José Gregorio Hernández | La prensa Táchira.- Las escasas posibilidades de conseguir trabajo al menos para sobrevivir en Colombia y la crecida del río Táchira producto de las fuertes lluvias en la cabecera del afluente, han truncado los sueños de muchos migrantes venezolanos que junto con sus hijos, se les ve regresar caminando hacia sus ciudades de origen.
Por la carretera que comunica a San Cristóbal con San Antonio del Táchira es común observar diariamente a migrantes, tanto de ida como de regreso. Descansan por ratos en las orillas de la ruta y duermen donde los agarra la noche, en corredores de viviendas o locales que están al lado de la vía.
Así encontramos a un hombre joven que se identificó como Johan Jesús, quien junto con su mamá, esposa, dos hijos y dos sobrinos, todos menores, pasaron la noche durmiendo en el piso, en el corredor de una vivienda cercana al punto de control de Peracal.
Vinieron de Caracas caminando y llegaron hasta la raya limítrofe pero se devolvieron porque les dio miedo cruzar el caudaloso río Táchira. En uno de los tantos cruces ilegales les ofrecieron pasarlos en una balsa improvisada, pero no tenían pesos para pagar y sobre todo les dio miedo poner en peligro la vida de los cuatro menores. Temieron que la corriente del río se llevara la balsa y arrastrara a los pequeños.
«Venimos de Caracas, tenemos ocho días de viaje, caminando, sufriendo, pidiendo cola y comida. Aquí vamos otra vez de regreso. Llegamos a San Antonio pero vamos otra vez para la casa, porque no pudimos cruzar, el río está muy crecido y hay personas que se han ahogado por tratar de cruzar, unas señoras se han caído, también hay mercancía que se ha perdido, y bueno no quisimos correr el riesgo de que un niño o alguno de nosotros se nos fuera a morir cruzando el río, es mejor regresarnos otra vez, así sea a pasar hambre», dijo el desilusionado migrante.
Narró que aspiraban pasar la frontera y seguir caminando hacia Cali, Colombia, porque no tienen dinero para pagar pasaje en transporte . Allá los esperaba un compañero de Caracas. Ahora nuevamente piensa regresar a Caracas, de donde salió hace algo más de una semana agobiado por «la situación económica, el gobierno, el hambre. El gobierno ve que uno no puede comer las tres comidas, los niños no pueden usar pañal, al que le gusta no puede tomar café porque no hay para comprar, pero eso no le importa», soltó Johan.
Su madre, una señora de más de 60 años, replicó que la gente está comiendo puro arroz o arepa. «Uno aguanta, pero los niños no. Uno tiene que darle a los niños lo que uno tiene, para que puedan comer algo, así estamos lamentablemente».
«Nos fue mal»
Freddy Guevara es también un joven padre venezolano nativo de Barcelona, estado Anzoátegui, que durante 7 meses estuvo con su familia entre Cúcuta y Los Patios, Departamento Norte de Santander, pero no encontró trabajo para poder subsistir. Junto con su familia y otros compañeros que decidieron retornar a Venezuela, se encontraban sentados descansando en la ruta San Antonio-Capacho.
«Nos fue mal. La situación económica en Colombia también está muy difícil y preferimos regresar a nuestro país», expresó el migrante venezolano. En territorio colombiano consiguió pocas oportunidades de trabajo y cuando le salía algo, lo que ganaba no le alcanzaba para mantener a sus hijos y demás miembros de la familia, entre ellos tres niños pequeños. Desde el oriente venezolano, cuando decidieron irse para Colombia, viajó un grupo de ocho personas, todos parientes.
Fuente: La Prensa de Táchira