Ana Uzcátegui | LA PRENSA DE LARA – Una sábana y un escaparate son las puertas de su refugio. La cama está en el medio de una cancha deportiva, ubicada en la Ruezga Sur. Los esposos Villamizar–Bravo, tienen ocho días pasando frío, soportando la lluvia y las miradas de compasión de sus vecinos, tras ser desalojados con violencia de una vivienda que mantenían alquilada en el sector, a pesar que la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia prohíbe los desalojos desde hace años, decreto aun más vigente por la pandemia.
«Teníamos cuatro años alquilados en una casa de la Ruezga Sur, con un contrato que renovamos a una familia que vive en Morán. Gozábamos de un trato cordial, pero sin mediar palabras el domingo 3 de diciembre la hija de la propietaria de nombre Eyilde Palencia, nos llegó con una abogada de nombre Maribel Urango, y aunque firmé un papel para que nos dieran seis meses para abandonar la vivienda, decidieron sacarnos a la fuerza, con varios hombres que trajeron y un camión», exclamó Maira Bravo, afectada.
Afirma que ella, su esposo Javier Villamizar y su hija de ocho años fueron empujados, insultados y tratados con violencia cuando ejecutaron la acción, ante la mirada atónita de los vecinos que grabaron vídeos en sus teléfonos celulares para registrar las violaciones.
Los enseres de la pareja y la niña fueron colocados en la cancha deportiva del urbanismo. Sostienen que no tienen a dónde ir, piden a la gobernación de Lara el poder trasladarse a un refugio. La niña la mantienen en casa de un familiar, para no obligarla a vivir en esas condiciones