martes, 5 noviembre 2024
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Socialismo acaba con la autogestión en El Trompillo

Luis F. Colmenárez | LA PRENSA DE LARA.- Margelis Espinoza dio su vida a cambio de nada. La mujer es una de las más de 40 personas que tuvieron la ilusión de construir su vivienda por medio de autogestión en Colinas de El Trompillo, al noroeste de Barquisimeto. Sin embargo, todo su esfuerzo y el de sus vecinos fue en vano, tanto así que ella murió en el proceso y ni una sola casa tomó forma.

Hace casi un añ;o, el consejo comunal les propuso edificar casas con adobe. La única condición era que los mismos beneficiarios pusieran la mano de obra. Para lograr tal cometido, la comunidad compró una máquina de hacer bloques que en ese momento tuvo un costo de 150 dólares.

Así fue como dieron inicio a una larga jornada de trabajo que comenzaba a las 7:00 de la mañ;ana y finalizaba a las 6:00 de la tarde. Alrededor de 20 personas iban a poner manos a la obra y sacar por lo menos 500 bloques por jornada.

El trato era que ellos sacarían adelante el 70% de la construcción, mientras que el consejo comunal por medio del Estado se encargaría de gestionar el 30% faltante que correspondería a puertas, ventanas, techo y baterías de bañ;o. Para tal fin, le solicitaron a cada familia la suma de $40 y un adicional de $10 para sacos de cemento.

La buena fe y el deseo de ver materializado el sueñ;o de contar con una vivienda digna incentivó a las personas a desembolsillar los billetes verdes mientras idealizaban cómo organizarían sus muebles dentro de la casa.

El tiempo pasó y el sueñ;o se desvaneció. La comunidad alega que el consejo comunal no dio ningún tipo de respuesta ni se pronunció en torno al caso. Incluso, la señ;ora Margelis presentó problemas de salud y murió. Vecinos presumen que su condición de asma se agravó con todo el polvo que inhaló mientras hacía los bloques, desencadenando problemas de salud que no tuvieron remedio. «Su familia tuvo que irse a Caracas sin poder decir que lograron consolidar el sueñ;o que tanto trabajó ella», comenta el señ;or Johnny Martínez.

La comunidad sólo optó por regalar 500 bloques a cada uno de los «beneficiarios» para que por cuenta propia buscaran el resto de los materiales y dieran forma al hogar donde vivirían junto a sus familiares, pero están conscientes de que dicho plan es casi un imposible para ellos, pues carecen de recursos para llevarlo a cabo.

La situación fue tan esperanzadora que personas como Tibisay Álvarez demolieron la vivienda que tenían, pues confiaban en que se daría la construcción de su casita. No obstante, tuvo que buscar 300 dólares para levantar dos piezas en las cuales pudiese resguardarse junto a su hija y sus dos nietos.

«Eso parece una trampa que nos hicieron porque después que lograron pescar los 40 dólares no nos dan la cara ni nos dicen nada con respecto a esa situación», comenta Martínez.

Desesperanzados y abrumados por la decepción piden soluciones y que dicho plan se retome, pues en el sector no hay calidad de vida y las necesidades están a la orden del día.

 

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