viernes, 22 noviembre 2024
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Museo de Quíbor documenta registros de interés colectivo

Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- Los registros quedan asentados en el Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano dedicado al municipio Jiménez, donde se especifican algunos sitios con hallazgos de osamentas o de vasijas con visibles características en su diseño artesanal.

La quebrada Tocuyano está ubicada en un largo camino entre Quíbor y El Tocuyo, capital del municipio Morán. Un lugar de especial importancia que fue encontrado por José María Cruxent en 1950. Allí se ubicaron restos óseos humanos y cerámicas, eran grandes tinajas pintadas de color rojo o negro sobre fondo blanco. Predominaban los motivos en forma de serpientes, además del contraste en los detalles con apliques en forma de cabezas con apariencia humana y animal.

Evidencias de los grupos de arawacos aproximadamente en el año 1100 aC, quienes llegaron a El Tocuyo ante la cercanía de unos pocos kilómetros e incorporaron aportes a la agricultura. Un estilo caracterizado por tiestos (fragmentos de cerámica) bien trabajados, realizados con arena o piedra molida como desgrasante. Además de otros elementos útiles en la cotidianidad como hachas, afiladores y piedrasmartillo, que sirven de soporte en la cocina y al trabajar la tierra.

En cuanto al cementerio prehispánico de Guadalupe, llevan al sector Pueblo Nuevo y recuerdan el hallazgo del entierro de treinta individuos. Explican que se trató de entierros directos a la tierra, con la mayoría de los restos en posición decúbito dorsal y otros con los brazos flexionados sobre el pecho. Predominaron vasijas de múltiples patas conocidas como ceibas, trípodes con patas bulbosas y gruesas. Se hallaron cuentas de concha y pendientes hechos con resina de árbol.

Guadalupe vuelve a sonar desde el sector El Milagro, ubicado a 800 metros de la quebrada Quipa. Un espacio de reconocimiento ancestral que goza de esa vegetación de bosque seco tropical. Los restos de cerámica estaban dispersos en un montículo y mejor concentrados a dos kilómetros, terminando hacia la quebrada de Palo Negro.& ;

En las adyacencias de Guadalupe, a sólo un kilómetro de distancia está el caserío Ojo de Agua. Un lugar árido del noroeste del Valle de Quíbor que apenas toma la humedad de las intermitencias de la quebrada Atarigua. Los restos de vasijas, conocidos como tiestos, son comunes en ese montículo y osamentas humanas.& ;

También encontraron material carbonizado, siendo restos de maíz y cuyas mazorcas eran pequeñas. Los estudios fijaron una cronología estimada entre los siglos X y XV d.C (años 900 y 1400), cuyo lugar es parecido a las características de los sectores Tierra de Los Indios y Ojo de Agua.

La proximidad de estos yacimientos arqueológicos también reposa en el sector Tierra de los Indios, vía a Los Jebes. Lo describen como un asentamiento indígena que fue estudiado por los arqueólogos Cornelius Osgood y George Howard en 1941, quienes ubicaron fragmentos cerámicos. Al poco tiempo, Cruxent confirmaba en su mayoría polícromos, es decir, piezas muy bien trabajadas en sus diseños pequeños con líneas finas, muy similares a la del sitio El Tiestal.

A orillas de la carretera y aproximadamente a unos 300 metros antes de llegar al caserío Guadalupe, queda El Tiestal. Allí han descubierto montículos artificiales de unos 3 a 4 metros de altura, con un centro abierto que resguardaba vasijas de barro, conchas, pedazos de huesos y cuentas de color verde, posiblemente de serpentinas para collares. En la alfarería con diseños geométricos, donde predominan las bandas combinadas con motivos de peines, ganchos y espirales.& ;

El sector «Las Locas», al norte de Quíbor, también consta de enterramientos primarios y secundarios con ofrendas. Los primeros estudios del antropólogo, Mario Sanoja e Iraida Vargas datan de 1962 y resaltan un recipiente con cinco patas con decoración polícroma. Sin olvidar las cuentas y varillas de hueso, cubre sexos en concha de caracol y conchas marinas.& ;

Hallazgos en el sur

Al trasladarse al sur de Quíbor está Pura y Limpia, justo en la vía Caja de Agua de El Molino. Como sitio arqueológico fue reportado por Francisco Silva y presenta una topografía semiondulada, con suelos cubiertos de piedras y arcillosos. Es un yacimiento pequeño con restos óseos humanos, algunos implementos en conchas marinas y fragmentos cerámicos de estilos muy parecidos a los encontrados en el Cementerio Boulevard de Quíbor. Resalta una pipa de 8,7 centímetros de alto por 11,5 centímetros de largo, que data del siglo VII después de Cristo.

Una muestra de la organización queda evidenciada en los hornos de Poa-Poa y su relación con la productividad, los cuales indican la posibilidad de la elaboración de cal y posiblemente otro rubro. Están a dos kilómetros del noreste del Valle de Quíbor, bajo el refugio de especies como el yabo, dividive y cardones. Eran hornos en un área de 200 metros y cada uno mide en profundidad 1,7 metros, aproximadamente.

El sitio Sabana de Hato Viejo se encuentra entre las haciendas Los Arangues y Sicarigua. En 1984 fue estudiado por los antropólogos, Luis Molina y María Ismenia Toledo, consiguiendo cinco enterramientos, fragmentos cerámicos y artefactos de piedra como manos de moler, morteros y afiladores, así como otros asociados a la cotidianidad. Les llamó la atención que los enterramientos eran similares a los de Las Locas, así como Mirinday en Trujillo. Francisco Tamayo en 1935 fue a la Cueva de Carrizal y ubica varios restos óseos humanos, así como de fragmentos cerámicos, entre los que se destaca un ídolo bicéfalo (de dos cabezas) de diez centímetros de alto.

El sitio Oreja de Mato – La Piscina está en la hacienda Sicarigua, fue investigado por la antropóloga, Isabel De Jesús en el año 2000. Evidencia los procesos funerarios, el tipo de ajuar funerario y su relación con otro yacimiento que posiblemente era el habitacional de esa comunidad prehispánica.& ;

El listado se queda corto y los estudios también registran lugares arqueológicos como Cacho ‘e Toro, hacienda La Gracia, La Loyera, El Amparo de Cerro de Paja, El Paredón, entre otros que nutren la riqueza aborigen y claman por el respeto de esa memoria que debe ser estudiada y resguardada.

Para los expertos es común conocer de hallazgos que suelen ser de manera fortuita, bien sea durante trabajos de instalación de acueductos como pasó en el Boulevard del centro de Quíbor o durante la excavación de una maquinaria para una construcción de particulares, tal como ocurrió en el caso de Playa Bonita.

Lamentan el riesgo de la pérdida de estas evidencias históricas que recuerdan a nuestros antepasados aborígenes. Hay personas que sienten temor de la paralización de obras por parte del Estado. No todos tienen la disposición de colaborar y realizar un paréntesis para permitir las fases de las excavaciones.

Quíbor, tierra de misticismos y yacimientos arqueológicos -V PARTE-& ;& ;

 

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