La caída de Bashar al Assad puso este domingo un dramático final a su lucha de casi 14 años por mantenerse en el poder, mientras su país se fragmentaba en una brutal guerra civil convertida en un campo de batalla indirecta entre potencias regionales e internacionales.
Rusia anunció que Al Assad “dimitió” y salió del país. Horas antes los rebeldes comunicaron que “después de 50 años de opresión, y 13 de crímenes y desplazamiento forzado, anunciamos hoy el fin de este período oscuro y el inicio de una nueva era para Siria”.
La caída del dictador marcaba un fuerte contraste con sus primeros meses como el improbable presidente de Siria en 2000, cuando muchos esperaban que fuera un joven reformador después de tres décadas del férreo control de su padre. Con solo 34 años, el oftalmólogo educado en Occidente era un aficionado a la tecnología de trato amable.
Las tropas rebeldes han tomado este domingo Damasco, la capital del país y centro de la cúpula de poder, sin encontrar resistencia. El Asad ha escapado en avión con destino desconocido, según dos fuentes militares citadas por la agencia Reuters. Las milicias rebeldes han decretado un toque de queda desde las cinco de la tarde a las cuatro de la mañana.
Bashar al Assad salió del país en un vuelo
El Estado Mayor del régimen ha notificado a los oficiales el fin del régimen y ha pedido a los soldados que quedan que se rindan. El primer ministro, Ghazi al Jalali, ha manifestado su disposición a cooperar con el nuevo liderazgo que elijan ahora los sirios. El país está “libre de El Asad”, han anunciado los rebeldes.
A mediodía de este domingo, el Ministerio de Exteriores de Rusia, aliado del régimen sirio, ha emitido un comunicado en el que ha confirmado que El Asad ha abandonado el país. “Como resultado de las negociaciones entre Bachar el Asad y varios participantes en el conflicto armado en el territorio de la República Árabe Siria”, dice la nota, “ha decidido dejar el cargo presidencial y abandonar el país, dando instrucciones para llevar a cabo la transferencia de poder pacíficamente”.
Los vídeos grabados por teléfonos móviles en la capital y difundidos en redes sociales muestran distintas emociones, como la alegría por la liberación de los presos de la infausta cárcel de Sednaya, famosa por sus torturas y asesinatos de disidentes políticos. “Celebramos con el pueblo sirio la noticia de la liberación de nuestros prisioneros el fin de la de era de injusticia en la prisión de Sednaya”, han agregado los rebeldes en su comunicado difundido en televisión.
En otros vídeos se ve a militares quitándose en silencio el uniforme, antes de la llegada de los rebeldes a Damasco, para quedarse en ropa civil. En el aeropuerto de la capital, se han grabado escenas de caos, con gente corriendo, pantallas luminosas marcando la cancelación de vuelos y los asientos vacíos que suele ocupar el personal de seguridad.
Es la culminación del avance imparable a velocidad de crucero lanzado desde el pasado día 27 por las fuerzas rebeldes, lideradas por la fundamentalista Hayat Tahrir al Sham (HTS), con raíces en Al Qaeda pero hoy desligada del grupo terrorista. Hace 11 días, HTS lanzó su ofensiva sorpresa desde la provincia de Idlib, en el noroeste, durante años el último reducto de estas milicias. Lo hizo en coordinación con el Ejército Nacional Sirio (ENS), vinculado a Turquía, desde el noroeste de Alepo.
El ministro del Interior, Mohammed al Rahmun, aseguró este mismo sábado que un “cordón de seguridad y militar muy sólido” protegía la capital. Lo único que los rebeldes han encontrado al entrar en Damasco son calles vacías. Se han escuchado algunos disparos, pero no está claro si provenían de enfrentamientos.
Los rebeldes habían venido tomando durante los últimos días sin prácticamente esfuerzo ciudades de peso (Alepo, Hama…), y la revuelta iba prendiendo en paralelo en otras zonas del país, con quemas y derribos de bustos y figuras de los El Asad, el padre (Hafez) e hijo (Bachar) que gobernaron Siria durante medio siglo con puño de hierro. Los soldados del régimen huían, se entregaban o replegaban sin apenas presentar batalla. Miles de ellos han cruzado a Irak, alguno tras andar hasta 30 kilómetros, y han entregado allí sus armas.
Ya a última hora del sábado, los rebeldes dieron otro golpe clave, al tomar la tercera ciudad del país, la estratégica Homs, cortando la comunicación entre Damasco y las provincias costeras de Tartús y Latakia, el feudo de la minoría alauí, una rama del islam chií, del que procede la familia El Asad. Poco antes, tanto los países que habían acudido en su ayuda, como Irán y Rusia, que tiene una base naval en Tartús y una aérea en Latakia, como los que habían apoyado a los rebeldes, como Qatar y Turquía, se unieron de forma insólita para reclamarle en un comunicado conjunto que alcanzase un acuerdo político para poner fin a la guerra.
Ese acuerdo pasaría ahora por sentar en la mesa de diálogo a los diferentes actores políticos. Al frente de las principales fuerzas de oposición se sitúa el llamado Gobierno Interino Sirio, en el que se encuadra la Coalición Nacional de Fuerzas Revolucionarias y de Oposición Sirias que, desde el inicio de las revueltas, en marzo de 2011, ha tratado desde Turquía de encarnar un alternativa a El Asad.
No obstante y pese al apoyo explícito de Occidente durante los primeros años de conflicto, en especial de Estados Unidos, Francia y el Reino Unido, esta coalición, que tiene al ENS como aliado militar, ha perdido de forma notable peso específico. La caída del régimen de El Asad no supone además el control por parte de las fuerzas rebeldes de todo el territorio. El ENS ha informado en las últimas horas de que ha iniciado una ofensiva hacia Manbij y la zona controlada por las milicias kurdas en el noreste del país.
Con información de Infobae