Isabella Delgado | La Prensa.- En los pasillos de la escuela Negro Primero se siente olor a quemado, y del plantel sale una estela de humo. Pero nadie se alarma. Los niños juegan, las maestras organizan sus aulas. Otras secciones están inmersas en una clase.
Están tranquilos porque saben que el humo viene de un fogón que las madres procesadoras mantienen vivo, a falta de gas doméstico. El almuerzo de los 470 alumnos de esta escuela estadal de la parroquia Juan de Villegas se cocina a punta de leña desde hace dos meses. La distribuidora Paiva Gas, de Carora, alega que no ha llevado las bombonas porque en la planta no hay gas, asegura Rosa Pérez, directora de la institución.
Las madres procesadoras tomaron la iniciativa y mandaron a sacar leña de los cujíes que están dentro de la institución. Tenían que “aprovechar” que la Corporación Nacional de Alimentación Escolar (CNAE) regularizó la distribución de comida, que había sido intermitente, y les mandó arroz, caraotas, pasta y sal. “Había que hacer algo. Aquílos muchachos en la mañana en vez de decir buenos dicen: ¿hay comedor?”, acota Pérez.
Como un fogón no es suficiente para cocinar tanta comida, Ofelia Morillo, una de las madres procesadoras, prestó un reverbero y una bombona para cocinar las caraotas. Docentes y representantes hicieron una vaca y pagaron los Bs. 700 del rellenado “bachaqueado” del cilindro.
Resolvieron, pero aseguran que la crisis del comedor es insostenible. La cocina de gas, entregada en 2003, esta semana colapsó. Una de las patas, ya oxidada, se partió. Quedó inservible. Los alumnos y docentes de los dos salones contiguos a la cocina de la escuela Negro Primero son la excepción en la escuela. Para ellos el humo ya es un problema que les ha producido dolores en la garganta y los ha dejado hasta sin voz.