Osman Rojas | La Prensa.- Recorrer los pasillos del Hospital Pediátrico Agustín Zubillaga o del Hospital Central Antonio María Pineda, es encontrarse con un sinfín de problemas que van desde la escasez de insumos médicos hasta infraestructuras en decadencia y máquinas obsoletas.
El Hospital Pediátrico, que se ha visto inmerso en diversos escándalos en los últimos dos meses, es el que más problemas presenta. Desde que arrancó el año el centro médico ha tenido que lidiar con la ausencia de ascensores (hay tres y ninguno funciona), además de inconvenientes con los ventiladores artificiales y el sistema de aguas negras.
“No exagero cuando digo que tenemos problemas en todas las áreas del Pediátrico. Nosotros recibimos pacientes de todas partes, pero nadie le da una mano al edificio. Aquí trabajamos con las uñas”, lamentó un residente de segundo año de pediatría, quien prefirió no revelar su nombre.
Las carencias del pediátrico han sido denunciadas por familiares y especialistas desde que arrancó el año. Jorge Gaiti, director de la institución, asegura que la Gobernación del estado Lara y la Comisión de Salud del Consejo Legislativo (CLEL), conocen las limitantes que hay en el centro de salud, pero nadie muestra soluciones concretas.
“A nosotros la gobernación nos aprobó una plata para arreglar uno de los tres ascensores, pero eso tarda por un tema de papeleo burocrático que nosotros los médicos no entendemos. La preocupación real de mis médicos es brindarle una atención de calidad al paciente y eso se hace difícil teniendo una infraestructura que tiene más de 40 años, máquinas que están paradas por falta de repuesto y un presupuesto chucuto que se acaba en un mes”, sentenció Gaiti en días pasados.
La paralización de equipos es lo que más preocupa a los especialistas.
Según los datos aportados por el mismo Gaiti, 75% de los aparatos en el centro médico están arrumados por falta de repuestos y los que se encuentran operativos, tienen sus días de vida útil contados.
“En la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), los médicos viven con la zozobra de que algo malo va a pasar en cualquier momento. La alarma de los ventiladores se encienden de pronto y todos allí sabemos que en cualquier momento eso se apagará y los 20 niños que están allí internados correrán el riesgo de morir”, dice con preocupación Antonella Méndez, una de las enfermeras del centro médico.
Aunado a esto, el personal que labora en el pediátrico ha denunciado en reiteradas ocasiones los problemas que hay con la planta eléctrica y con la caldera.