William Croes | La Prensa.- La cadena de comercialización de la chatarra tiene varios eslabones mochos. Los pequeños y medianos recolectores de material ferroso se las están viendo negras desde que cerraron las grandes empresas recuperadoras. La compra y venta ha caído un 80% y están aguantando la pela con las latas de aluminio.
El decreto presidencial que prohíbe la exportación del material ferroso limitó el mercado para las grandes recuperadoras. En Lara hay sólo cuatro negocios consolidados que compraban el material a más de 120 pequeños y medianos chatarreros. Este año cerraron dos por falta de permisología, lo que ha ocasionado la caída de los precios por la saturación del mercado.
“En una semana yo podía llevarle dos o tres gandolas de productos a las recuperadoras, ahora con mucho esfuerzo lleno un camión 350 mensual”, expresa Gustavo Virgüez, un mediano recuperador de material ferroso que tiene 25 años en el negocio. El señor es uno de los de mayor experiencia por los alrededores de la Libertador, pensó que ya se había comido las verdes, pero ahora la crisis le ha pegado más duro que en sus inicios.
Los pequeños chatarreros vendían hace un año una tonelada de aluminio semanal. Ahora en semanas buenas llegan sólo a 200 kilos. Es el aluminio el material que más movimiento tiene por las latas de refresco y cerveza que aún les llega religiosamente todos los días, y que compran y venden, aunque no es el producto más lucrativo.
El hecho de que los pequeños y medianos recuperadores no tengan una empresa grande a quien vender ocasionó que los precios se hayan desplomado. El que más bajó es el cobre que estaba un par de meses en 2 mil 300 el kilo y ahora se paga en mil 700. Lo mismo que los radiadores que lo pagaban en mil 300 y ahora lo compran en 700 bolívares.
La única manera de que el negocio levante es que le renueven los permisos a las grandes empresas y de esta manera se active de nuevo la compra y venta en cantidades.