William Croes | LA PRENSA.- Llega un compactador del aseo y de inmediato se abalanza al camión un puño de gente. Desde la entrada del vertedero de Pavia los “gancheros” se juegan el sustento del día. Delimitan su territorio, nadie “se come la luz” (término que significa “no violar las leyes del sitio”). Cada vez son más los que hurgan entre los desechos, por eso es la importancia de amarrar lo antes posible la carga de basura que ingresa al bote.
En el “bote”, como llaman al vertedero de Pavia, desde hace unos meses se quebranta el código de esperar a que ingrese el camión cargado para correr detrás de él hasta el patio de descarga. Ahora, por la cantidad de gente que hay, le brincan en la entrada y se aferran con la esperanza de hallar una buena carga, de esas que ya están escasas.
“El año pasado éramos unos 500 gancheros, pero este año la crisis pegó duro y se ha triplicado. He contado entre mil 500 y a veces hasta un poco más en un día”, expresa José, un ganchero de vasta trayectoria en el vertedero, quien prefiere mantener el anonimato para no violar uno de los códigos no escritos, que es no revelar nada de lo que suceda adentro.
La crisis ha golpeado hasta al negocio de la clasificación de basura. Ahora en el vertedero hay más gente, pero menos desechos. Un motivo por el cual ya no llega tanto plástico, cobre, aluminio y vidrio al “bote”, es porque los trabajadores de los institutos municipales de aseo hacen una clasificación del material y lo venden a comercios que están ubicados en Pavia, aunque esto sea una actividad ilegal.
“Le hemos hablado claro a quienes trabajan en el aseo para que respeten, pero entendemos que la cosa está dura para todos y por el sueldo que ganan tienen que rebuscarse”, expresa José mientras echa un ojo en la entrada, para ver si se puede encaramar en un camión.
En el vertedero, también hay niños. Chamitos entre 7 y 16 años juegan con cualquier pote de plástico o de cartón mientras esperan la llegada de un camión compactador. Pasan su infancia entre la basura, muchos van con sus padres para sacar mayor ganancia, pero otros van solos porque pese a su temprana edad, se han convertido en sostén de hogar.
Por la alta demanda, un ganchero pasó de ganar 7 mil semanal a unos 4 mil 500 por semana.