Osman Rojas | LA PRENSA.- Convirtieron la sala de estar en una sala de espera y adaptaron el cuarto más grande para colocar un peso y una camilla. Desde hace poco más de tres años, los habitantes del sector Toño Uranga en Pavia han lidiado con la ausencia de un centro de salud pues la infraestructura donde funcionaba el ambulatorio fue tomada por el gobierno nacional para trabajos de remodelación y aún no ha sido entregada.
“Aquí no tenemos ni agua”, lamenta una de las enfermeras que trabaja en el ambulatorio y que no quiso revelar su nombre por cuestión de seguridad. El centro de salud improvisado cuenta con tres cuartos pero solo disponen de dos y no hay baños, motivo por el cual el personal que allí labora debe ir a la casa de al lado para hacer sus necesidades.
“Aquí estamos por amor a la comunidad y a los pacientes. No es fácil trabajar sin medicamentos, sin insumos y sin sede. Aquí llega un cortado y se puede contaminar más, la iluminación es pésima y se violan todas las reglas sanitarias”, añadió la enfermera.
Al lado del “ambulatorio” hay una iglesia cristiana cuya estructura es más acorde que la casa comunal donde opera el centro de salud y las enfermeras ven con tristeza el hecho de que la salud sea tan marginada en la zona.
Ahora mismo en la casa comunal se atienden en promedio 70 pacientes diarios y las enfermeras hacen un llamado al Ministerio de Salud para que se normalice la distribución de medicamentos.
“El lote llega cada tres meses y lo que mandan no alcanza para nada. De verdad es casi imposible trabajar bajo estas condiciones”, recalcó la fuente.
Abandonado
Con la puerta cerrada, la cerca en completo deterioro, lleno de monte y con paredes a medio terminar luce el centro asistencial de Pavia, lugar donde funcionaba anteriormente el ambulatorio de la localidad.
Las personas que allí viven aseguran que hace más de dos años que el Gobierno nacional no manda ni siquiera una cuadrilla a que limpie el terreno. “Eso ya está perdido”, lamentó Juana Torres, al ser consultada en una parada de autobús. “Yo vivo a una cuadra y todos los días paso frente al ambulatorio, allí no se escuchan ni los pájaros y eso es imposible que lo terminen este año”, prosiguió Torres.
La parte trasera del ambulatorio tiene dos vigas levantadas y un piso rústico. En una primera instancia, esa sería un área de consultorios pero todo quedó en promesas, según denuncian los vecinos.