Isabella Delgado | LA PRENSA.- Abastos y estanterías de gas doméstico del oeste y Cabudare se vieron repletos de compradores durante la mañana de ayer, pese al llamado a paro cívico nacional convocado por la Mesa de Unidad Democrática (MUD).
De las entradas de los comercios surgían las largas y acostumbradas colas de ciudadanos desesperados por comprar productos de primera necesidad. Cuerpos contra cuerpos, en fila india, entre el tumulto, como siempre.
A las afueras del abasto Central Madeirense, del centro comercial El Recreo estaba Yohana Vargas, una compradora recurrente. Se fue a hacer cola, aunque hubiese preferido quedarse en su casa en acato al paro.
“Uno sale por la necesidad. Los hijos de uno tienen que comer y uno tiene que hacer estos sacrificios por ellos”, dijo con su bebé de 7 meses a cuestas de su menudo cuerpo.
“De verdad salí porque no tenía nada en la casa. Duré dos horas para agarrar carro y poder venir, porque los rapiditos de por mi casa sí se pararon. Lo bueno es que por lo menos van a vender azúcar, pasta y arroz”, acotó la habitante de Cordero, parroquia Tamaca.
En la misma cola, a unos 20 compradores de distancia, con cara de cansancio, estaba Reina Delgado, quien aprovechó la “luz verde” que le dio la empresa en la que labora de asistir o no ayer. Otros cuatro consultados también aseguraron que aprovecharon el permiso laboral de protesta para irse a los comercios, por lo menos en horas de la mañana.
Otros abastos que trabajaron con regularidad y con la misma afluencia de clientes fue el Central Madeirense del Centro Comercial Las Trinitarias, el de Valle Hondo y Farmatodo de la avenida Libertador, cuya entrada estuvo custodiada por funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB).
El mismo panorama se vio en las ferias de víveres y hortalizas de Cecosesola. En la sede de Las Trinitarias la venta inició de madrugada y a las afueras se apostaron todos los vendedores informales de la zona.
Deivis Figueroa, trabajador de la feria de Barrio Unión, aseguró que la venta fue regular, pero no se vio la larga y conflictiva cola a las afueras gracias al sistema de venta con tarjeta inteligente. “Se atendió a la misma cantidad de gente de siempre. Nunca dejaron de entrar”, aseguró en horas del mediodía.
A juicio de Yennileth Vargas, otra de las consultadas, la gente sí aprovechó para comprar, pero no hubo la afluencia de siempre. Saca la conclusión tras entrar a las 9:00 de la mañana sin problemas y, aunque hizo cola en el interior, salió con sus bolsas antes del mediodía. Muy rápido, asegura.
En la cola para comprar gas doméstico en la Casa del Proletariado, a media cuadra de la Libertador con calle 40, al menos 200 habitantes del centro y oeste amanecieron para tratar de obtener una bombona llena. La línea de espera recorría dos cuadras, pero avanzaba rápido.
“Uno quiera o no tiene que salir de la casa. Yo por lo menos no tenía nada de nada. Salí a hacer cola aunque me dijeron que podía ser peligroso. Pero más peligroso es estar sin nada”, comentó Tita Rodríguez en la cola. La necesidad no tiene descanso para ella, ni para los demás consultados.