William Croes | LA PRENSA.- Albañiles se quedarán pelando este fin de año porque tienen muy pocos tigres para matar. El alto costo de los materiales y la mano de obra impide que muchas personas inviertan sus ahorros en obras menores, como ampliaciones y remodelaciones, que era lo acostumbrado entre diciembre y enero.
La paralización de más del 90% de las obras en la entidad tiene a obreros y albañiles de vacaciones forzadas. Hace tres años tenían un período de descanso del 15 de diciembre al 15 de enero, pero ahora la situación está tan ruda que los mandaron para sus casas en la segunda quincena de noviembre hasta primeros de febrero.
Durante el mes de vacaciones acostumbraban a realizar trabajos extras como reparaciones de baños, hacer un cuarto, un baño o una cocina. “Eran tiempos buenos porque en ese mes podía remodelar un baño, hacer una pieza y con el pago de la mano de obra cubría mis deudas y tenía un colchón de ahorros hasta febrero”, relata Oswald Torres, un obrero calificado que ha movido cielo y tierra y no le ha salido nada en este paro obligado.
Construir un cuarto de tres metros cuadrado con un baño anexo supera el millón de bolívares. Una gran parte de los materiales aún están bajo la regulación del gobierno y se consiguen a un precio inflado. Construir está tan caro que sólo en el cemento y las cabillas se necesitan más de seis sueldos mínimos.
“El alto precio de los materiales impide que las personas piensen en hacer las obras menores con las que se resolvían los obreros y albañiles calificados”, expresa Héctor Contreras, miembro de Suticel, quien especifica que para seguir produciendo los trabajadores de la construcción se han dedicado a la reventa de productos de primera necesidad; son caleteros en Mercabar o emprenden cualquier otra actividad informal.
Un ejemplo claro de la distorsión en los precios de los materiales de construcción es el del saco de cemento. Hace dos años el precio de fábrica era de 15 bolívares por saco. Hoy se produce a 3 mil bolívares, pero se consigue en el mercado negro hasta en 8 mil bolívares, casi una quincena de un trabajador que gane sueldo mínimo.
“No es sólo que se queden sin los trabajos extras de la temporada de diciembre, es que ahora tienen dos trabajos diarios para poder comprar alimentos”, explica Contreras, quien asegura que hay una buena cantidad de obreros que trabajan en la construcción hasta la tarde y en las noches atienden bodegas, son taxistas o emprenden otros oficios informales para ganarse la vida.