LA PRENSA.- Lo que parecía imposible pasó a ser una realidad y es que aquellas parejas que por cosas del destino tuvieron que separarse ya no sufrirán más. Ahora como regalo de Navidad podrán mandar «besos hápticos» con Kissenger y los sentirán como si se estuvieran besando en persona.
Kissenger, es un dispositivo que funciona como una especie de «teléfono móvil de besos» que se ha presentado en la conferencia sobre «Amor y Sexo con Robots» de la que hablamos recientemente. La idea es la de poder mandar besos a distancia que de hecho podamos sentir en nuestra piel gracias a la tecnología háptica.
El dispositivo forma parte de un proyecto de la investigadora Emma Yann Zhang, que lo ha destinado a tratar de ayudar a resolver problemas «inherentes en las relaciones a larga distancia».
Las «cunas» (docks) en las que se insertan los iPhones (no sabemos si funciona con otros smartphones) cuentan en su parte baja con una pequeña almohadilla de silicona. Las dos personas que se comunican vía FaceTime o Skype disponen de la opción de enviar un beso no solo con texto o emoticonos, sino también «físicamente».
Basta con «besar» esa almohadilla, lo que hará que se registre el patrón de presión de la persona que besa para que al otro lado la persona que recibe el beso se pueda colocar la almohadilla en la mejilla (o en los labios) y pueda sentir esa misma presión transmitida a través de pequeños activadores que reproducen ese patrón.
El Kissenger está pensado no solo para seres humanos, sino como una posible forma de explorar las relaciones hombre máquina del futuro. Los experimentos que se llevarán a cabo también hará que este desarrollo trate de pasar el test de Turing de forma que un receptor (del beso) intente decidir si el que le ha besado a distancia es un humano o una máquina que imitaba el patrón de un beso humano. ¿Serías capaz de establecer la diferencia?