Euseglimar González | LA PRENSA.- “Sí es él, ¡ay mi Dios!”, lloraba Yénifer Nieto recostada a la pared de la morgue del Hospital Central Antonio María Pineda. Se llevó sus manos a la cabeza, respiró profundo y se secó las lágrimas. Sacó un cigarrillo y se lo fumó.
Como Alfredo Antonio García, de 52 años, fue identificado el cadáver que fue hallado el martes 29 de noviembre ahogado en la quebrada Tabure, municipio Palavecino.
“No veíamos a Alfredo desde el día del fuerte aguacero, el lunes 28 de noviembre. Nos preocupamos al siguiente día cuando no lo vimos que llegó a su casa”, relató Nieto, exesposa de García.
Desde la noche del lunes 28 de noviembre lo que parecía como una lluvia normal se convirtió en un peligro que cobró la vida de dos personas. Alfredo vivía en Valle Esperanza de Cabudare y cuenta una vecina que lo veía como su hijo. El lunes en la mañana comió una arepa, tomó café y se fue al trabajo. García tenía 10 años trabajando cuidando carros en la parte trasera del Centro Comercial Churún Merú.
“Vine dos veces al hospital buscando información sobre él y aquí no me decían nada. Fui a la Policía, pensé que estaba detenido. Hoy me encuentro con la triste noticia de encontrarlo en la morgue”, dijo Nieto, quien expresa que después de 10 días finalizó su búsqueda.
El cuerpo de Alfredo estaba descompuesto cuando lo hallaron en la quebrada. Yénifer comentó a las afueras de la morgue, que pese a que el cadáver estaba irreconocible en su pierna derecha tenía una cicatriz y con eso lo identificó.
“Ahora cómo le digo a mi hija de 9 años que su papá se murió”, repetía varias veces Yénifer mientras veía a lo lejos a su pequeña que jugaba con unos colores sentada en la acera.
Se pudo conocer que Alfredo deja dos hijas, la mayor vive en Maracay y la otra pequeña de 9 años vive en Cabudare. Yénifer sostuvo que en Lara sólo vive una tía de García.