Agencias | LA PRENSA.- Tras su primera noche en la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afrontó manifestaciones masivas impulsadas por miles de mujeres.
Trump finalizó su primer desayuno como jefe de Estado, fue a un servicio religioso en la capital estadounidense y luego acudió a la CIA para reunirse con importantes funcionarios de ese organismo, mientras decenas de miles de manifestantes se concentraron en la capital estadounidense con el fin de pedirle más respeto a las mujeres, a los inmigrantes, a los musulmanes y a los discapacitados.
Fue un diverso coctel de defensores de los derechos cívicos, inmigrantes, musulmanes, militantes del medio ambiente, proaborto, prométodos anticonceptivos, de las drogas suaves, así como feministas, pacifistas, homosexuales e indígenas.
Los organizadores afirmaron que más de medio millón de personas –más del doble de lo esperado– llenaron las calles de Washington en la “Marcha de las Mujeres”, con consignas en defensa de la diversidad y de los derechos humanos que ven amenazados por Trump.
Uno de los datos que se usan para valorar el éxito de una convocatoria en Washington es la cifra de viajeros del Metro: a las 11:00 am, hora local, habían tomado el subterráneo 275.000 personas, frente a las 193.000 que habían viajado a la misma hora para la investidura de Trump.
Una larga lista de oradores a favor de la manifestación estuvo en la capital, entre los que figuraron el cineasta Michael Moore, la actriz Scarlett Johansson y la defensora de los derechos civiles Angela Davis.
Unas 300 marchas similares se llevaron a cabo en otras grandes ciudades del país, como Nueva York, Boston, Chicago, Miami, Los Ángeles y Seattle.
Pero la protesta no solo se produjo en territorio estadounidense. La convocatoria fue acogida en confines tan lejanos como Sydney, Australia, o Auckland, Nueva Zelanda. En Corea, Japón, Tailandia, Suráfrica, Ghana, Grecia, Francia, Alemania, España, Reino Unido y México también hubo protestas contra Trump.
Muchas manifestantes llevaron gorros rosados o “pussy hats”, como se les llama en inglés, que tienen orejas de gato: es un juego de palabras, pues pussycat significa gatito y pussy, vagina, una expresión de tono peyorativo.
La palabra recuerda el audio de 2005 filtrado en la campaña electoral en el cual el presidente Trump, conocido por su retórica polémica y divisiva, aseguró: “Cuando eres una estrella, (las mujeres) te dejan hacerlo. Puedes hacer lo que quieras. Puedes agarrarlas por la vagina”.
Record
Donald Trump no pudo superar el récord de asistencia para su investidura tal como lo había querido. Sin cifras oficiales las fotografías aéreas mostraron que no estuvo muy lejos de 1,8 millones de personas que tuvo su predecesor, Barack Obama, en 2009. Según los cálculos de transporte, se cree que pudo haber llegado a atraer a cerca de 300.000 personas, lejos de las 800.000 esperadas.