lunes, 25 noviembre 2024
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Crecen las «renuncias negociadas»

José Miguel Najul | LA PRENSA.- Con la mirada en alto, seguro de haber tomado la decisión correcta, Luis Andueza aprieta el cheque entre la mano y una carpeta marrón. El monto que cobrará es el doble de lo que le correspondía por su año y me­dio de trabajo, pero representa mucho más que eso. Para él es comida para los próximos dos meses, algún regalo para su es­posa y su hija, e incertidumbre laboral por tiempo indefinido.

“Fue una oportunidad que me dio la empresa y la tomé. Estaba cansado de trabajar to­dos los días con el temor de no saber si seguirá a flote la com­pañía y preferí el dinero. Me dedicaré al comercio mientras encuentro algo mejor”, aseve­ra.

Como Andueza, se cuentan por cientos los trabajadores que, por iniciativa de patrono, comienzan un proceso de ne­gociación en el que canjean su renuncia por un monto, algu­nas veces relativamente jugo­so. Esta práctica se ha intensi­ficado desde que inició el año, en sectores como el industrial y el comercio, debido a los de­sajustes financieros que les ha provocado el incremento del salario mínimo y el de la Uni­dad Tributaria (UT), hechos unilateralmente por el presi­dente Nicolás Maduro.

“El 25% de nuestras empre­sas afiliadas ha tenido proble­mas para asumir los recientes incrementos. Es por eso que han iniciado negociaciones con algunos trabajadores, que siempre queda como una deci­sión del propio empleado”, se­ñala Luis Marín, director de la Cámara de Industriales del es­tado Lara.

En el caso de la Cámara de Comercio, no tienen un dígito concreto, pero aseguran que es “un porcentaje muy alto” que es virtualmente incuantifica­ble porque es producto de un crecimiento cotidiano.

“Los altos costos laborales nos han obligado a revisar las nóminas y a incrementar los precios de los productos. Mu­chos comerciantes se han visto obligados a bajar la nómina lle­gando a acuerdos con el propio trabajador. Es lamentable. El sector privado es el mayor em­pleador del país y estas medi­das gubernamentales sólo tra­en inseguridad, inflación y de­sempleo”, sostiene la residenta de la Cámara de Comercio regional, Rita Betan­court.

Marín sostiene que no se tra­ta del incremento en pasivos laborales, sino en el flujo de ca­ja directamente. “Son impac­tos que se van sumando y que, al no tener una producción normal se van incrementando los costos”, apunta.

Por su parte, Jesús López, presidente de la Cámara de Pe­queños y Medianos Industria­les y Artesanos del estado Lara (Capmil) indica que, en el caso de su sector, no se deberían ver especialmente afectados.

“Hasta el momento no he­mos tenido el primer afectado por la situación. La pequeña y mediana industria es un sector formal que cumple con el or­denamiento vigente y que trata de adaptarse a los cambios del país. Aumentamos con gusto porque sabemos que hay un impacto social que tiene bene­ficios en los trabajadores. Hay incrementos, pero se trasladan al precio de nuestros productos”, responde.

Representantes del sector privado reconocen la impor­tancia del incremento del sala­rio; no obstante, aseguran que esa medida, por sí sola no tie­ne mayores implicaciones po­sitivas para ellos,porque sólo aumenta la inflación, lo que provoca que se sostenga la pér­dida del poder adquisitivo.

“El Gobierno no nos toma en cuenta”

“Estas medidas económicas del incremento salarial y de Unidad Tributaria, no vienen acompañadas de la libre con­versión del dólar. Vemos que tampoco hemos salido ni un ápice de la crisis que vive el país”, manifestó la presiden­ta de la Cámara de Comercio del estado Lara, Rita Betan­court.

Ella considera que estos au­mentos provocan la acelera­ción del deterioro del sector privado venezolano, en espe­cial del comercio, cuyos márgenes de ganancia pueden verse directamente afectados.

Betancourt recuerda que los miembros del sector privado han tratado de establecer al­gún vínculo con el sector ofi­cial, con el propósito de que sus clamores sean escucha­dos y canalizados correcta­mente; sin embargo, hasta ahora no han recibido ningu­na respuesta positiva.

Además, el sector privado debe lidiar con las tasas de cambio de dólar y la intensa escasez de insumos y mate­ria prima.

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