José Miguel Najul | LA PRENSA.- Durante el 2016, la Alcaldía de Iribarren se enfrentó a una inflación acumulada de 800 %, la progresiva desaparición de insumos para la ejecución de obras, el incremento de los precios y pagos laborales y la ausencia de recursos oficiales que el Gobierno debería enviar en su totalidad, y que sólo lo hace parcialmente.
Con la conjugación de estos elementos, el alcalde Alfredo Ramos describió el contexto en el que tuvo que llevar su gestión durante el año pasado a, su juicio, uno de los más difíciles, desde el punto de vista económico de la historia venezolana.
Ramos realizó su rendición de cuentas en las adyacencias de la Plaza Lara. Estuvo acompañado de su tren ejecutivo, de trabajadores, concejales, diputados y dirigentes de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), a quienes explicó la incidencia (negativa) de los índices macroeconómicos en las finanzas públicas.
Aseguró que a pesar de las variables externas, ajenas a su control, su gestión trató de priorizar los elementos fundamentales para los habitantes.
Entre ellos destacó la inversión social, principalmente enfocada en la atención de salud para los habitantes más necesitados; la inyección de recursos para la vialidad que, según Ramos, ha permitido una mejor comunicación entre sectores importantes del oeste de Barquisimeto y la ejecución de obras para las vitrinas urbanas.
Proyecta un 2017 caótico económicamente hablando. No obstante, revela que mantendrá su política de atender en principio las necesidades más básicas de los iribarrenses.