Ana León | La Prensa.- En 2015 era fumar cripi, mientras que 2016 fue empinar el codo, pero no con birras, sino con cocuy. En Lara, ahora a los chamos les ha dado por consumir la “caña clara” hasta el punto que se convierten en adictos, así lo informaron las autoridades de Proyecto Juvenil Misionero (Projumi) cuando destacaron que el consumo de alcohol y sustancias estupefacientes aumentaron de manera desproporcionada el año pasado.
En Projumi se han llegado a desintoxicar a 320 personas adictas en su mayoría al cocuy y el alcohol. Esto ha traído como consecuencias la dependencia a otro tipo de drogas, como el cripi, la marihuana e inhalantes, entre ellas la gasolina.
Gerardo Pastrán, presidente de Projumi, aseguró que el aumento del consumo de este alcohol artesanal lo ha vuelto adictivo debido a lo barato que resulta conseguirlo en la calle.
“Los chamos beben tanto que el grado de alcohol ya no les afecta y empiezan a mezclar el cocuy con otros estupefacientes y esto hace que creen adicciones mucho más complicadas”, comentaba Pastrán en una rueda de prensa efectuada en la sede de Projumi.
Para Pastrán, la crisis económica y social que está pasando el país ha contribuido mucho en que los jóvenes creen otro tipo de adicciones que pueden tener consecuencias graves en sus vidas a nivel físico y personal.
En la lista de drogas de mayor consumo se encuentran en segundo y tercer puesto el cripi y la marihuana, que a diferencia del año 2015 era uno de los estupefacientes que encabezaban la lista en el primer y segundo lugar, respectivamente.
La edad de consumo en adolescentes bajó. Para el 2015 se atendían pacientes de los 13 años en adelante, en cambio en el 2016 llegaron de los 12 años en adelante. Por cada 10 consumidores que se registraban en Projumi 7 eran adolescentes y jóvenes, el resto eran adultos.
“Esto es un signo de alerta. La edad de consumo está disminuyendo y los chamos están creando adicciones en edades más tempranas. Como institución estamos llamados a ayudar; sin embargo, en el 2016 bajaron las estadísticas de personas que buscan ayuda debido a la situación actual del país”, admitió Pastrán con preocupación.
La falta de recursos económicos para los procesos médicos y terapéuticos que exigen los tratamientos es lo que hace que muchas personas que buscan desintoxicarse abandonen el proceso. En algunas ocasiones, Projumi intenta exonerar los casos que son críticos y están en situaciones económicas críticas, pero por más que quieran hacer ese tipo de trabajo por el resto de las personas no cuentan con el capital suficiente para lograrlo.
Otra de las razones que hacen que las personas abandonen los procesos de desintoxicación es el poco apoyo familiar y gubernamental a quienes tienen el deseo de salir de las drogas, por ajustes de cuenta y otros porque deciden emigrar sin culminar el tratamiento, trayendo como consecuencia una recaída por parte del paciente.
En 2016 fueron atendidas mil 200 personas, de las cuales 210 buscaban orientación personal por estar inmerso en casos de prostitución, confusión sexual, baja autoestima, deseos de suicidio, estrés social, también buscaban participar en terapias familiares y evaluaciones psicológicas.