LA PRENSA.- Con un récipe en la mano y explicándole a todo el mundo su historia Andrea Sequera recorre las adyacencias del Hospital Central. La señora, de 35 años, llegó a la institución luego que su padre sufriera, hace dos semanas, un ACV que lo dejó en coma. Desde entonces Sequera recurre a la bondad de las personas para poder cubrir los gastos médicos pues, según relata la entrevistada, hasta 100 mil bolívares al día cuesta mantener con vida a un paciente que se encuentra en la Unidad de Cuidados Intensivo (UCI).
“Aquí piden de todo porque no hay nada. El hospital tiene un tomógrafo dañado desde hace 9 años y los familiares tenemos que ir a clínicas y pagar 50 mil bolívares por algo que debería ser gratis. A eso se le deben sumar los 40 de la ambulancia y alguno que otro examen y antibiótico que pidan los médicos”, dice Sequera.
La doña cuenta con tristeza que en más de una ocasión ha buscado ayuda en los bomberos, protección civil e incluso entidades como la gobernación o la alcaldía pero hasta ahora nadie le ha dado respuesta. “Ni si quiera me prestan la ambulancia porque dicen que no hay repuestos”, lamenta antes de continuar por su peregrinaje en el estacionamiento del Antonio María Pineda.
Ahora mismo mantener a un paciente en un hospital cuesta un ojo de la cara. La escasez de medicamentos en las instituciones públicas y la falta de reactivos o equipos para la realización de exámenes especiales desangra el bolsillo de los familiares quienes deben hacer maromas para conseguir los recursos y así mantener con vida a sus seres queridos.
Mirían Castillo, quien tiene a su papá en la emergencia del Hospital Central desde el pasado lunes 20 de marzo, cuenta que cada 24 horas ella y su familia deben disponer de 50 mil bolívares para los gastos médicos.
“Lo que más piden es antibióticos porque eso no hay. Los guantes, las inyectadoras, la solución fisiológica y hasta las gasas las traemos nosotros. Aquí lo que hay es disposición por parte de los médicos pero la verdad es que esto se está cayendo por la falta de insumos”, relata Castillo.
El área de traumatología no escapa a esta realidad. Entre la realización de placas o estudios especiales, la sutura, el bisturí, las gasas, o los relajantes musculares o analgésicos, los familiares gastan, en promedio, 80 mil bolívares por tener a un familiar hospitalizado.
“La plata se tiene que parir porque el paciente se puede morir del dolor. Es impresionante ver los niveles de escasez que hay en los centros públicos. En teoría el Hospital Central debería estar bien dotado pero la realidad es otra.