L. Díaz/J. Orozco | LA PRENSA.- Comerciantes de Lara no se quedaron en el aparato y más rápido que inmediatamente aumentaron los precios de diversos artículos que van desde huevos hasta productos cárnicos.
Como antesala al acostumbrado aumento de sueldo mínimo decretado por el Presidente cada 1ero de mayo, y que este año incluyó el anuncio de congelación de precios, los comerciantes picaron adelante y elevaron costos de venta al público como medida para equilibrar sus ganancias.
El mayo impacto del aumento de precios se refleja en las carnes rojas y huevos, cuyos precios alcanzaron niveles siderales.
Un cartón de huevos, por ejemplo, puede costar en comercios ubicados al oeste de la ciudad en 8 mil bolívares, en el centro 9 mil 500, mientras que en el este cuesta 11 mil. Mientras que el bistec, el corte más caro de las carnes rojas, cuesta de 9 mil 990 bolívares a 12 mil 990, dependiendo del comercio.
“No pude subir tanto los precios del cartón de huevos, de 8 mil bolívares sólo le aumenté 500 bolos y aún así la gente se queja, no me quedó más remedio que venderlos a 350 por unidad”, rezongó la vendedora Francis Graterol luego de perder a un cliente que casi cae como Condorito cuando supo el nuevo precio del huevo.
Una de las alternativas ofrecidas por los carniceros es la venta de carnes en combos, cuyos precios salvan la patria. Un combo con seis kilos divididos en cortes de mechada, bistec, molida, guisada, pollo y costilla cuesta Bs. 55.400, la mitad del bono de alimentación. Otro combo más barato incluye los mismos rubros, pero a medio kilo cada uno a 33.800 bolos. “Por lo menos se resuelve y no se pasa hambre”, contó entre risas Alexis Peña en un frigorífico del centro.
Hay quienes aprovechan el bono del cestaticket para comprar al menos para unos 15 días que alcanzan para un núcleo familiar pequeño de unas cuatro personas, mientras que si es mayor a ocho personas los clientes optan por comprar de uno a dos combos que puedan rendir para sus familiares y no “queden con hambre”.
Sofía Martínez, una ama de casa de 50 años, compra un combo de los que traen los kilos de carne completos y explica que “la carne molida la divido en cuatro partes, cada cuarto de kilo cuando lo voy a preparar, lo rindo rallando calabacín, zanahoria, chayota y otros vegetales. Así pasamos el día comiendo carne molida para rellenar el pan o la arepa y almorzamos pastas. Con eso aguantamos cuatro días, los cuatro que vivimos en mi casa”, narra.
Martínez explica que el kilo de bistec lo reparte y no lo hace frito porque no tiene aceite y rinde más si lo hace guisado.
“La costilla es para sopa, pero también se le saca algo de carne para guisar”, apunta. Dice además que ha comprado panza para echarle a la sopa y rendirla.
“El pollo alcanza más. Los carapachos y las alas para hacer sopa, y lo demás se reparte entre arroz con pollo y pollo guisado, son tres días más de comida”, enfatiza.
La ama de casa mantiene que ese combo de carne lo estira lo más que puede, pero ya a final de mes tiene que hacer maromas para poder comer. “A veces compramos mortadela o también asadura de res o de chivo, que es más económica y la preparamos igual que la carne guisada”, acota.