viernes, 15 noviembre 2024
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Niños en Lara nacen con hambre

Osman Roja | LA PRENSA.- En una de las incubadoras pertenecientes al Área de Neonatología del Hospital Central reposa un niño. Por el color azul de su manta se presume que el bebé es varón. Nació hace tres días; sin embargo, sobre él hay mucho hermetismo pues vino al mundo pesando un kilo 800 gramos.

Respira con dificultad y sobre él hay una constante vigilancia médica. “Ese niño es un milagro”, comenta una de las enfermeras de turno mientras chequea los niveles de calor en el aparato.

La especialista, que prefiere no revelar su nombre, lleva a La Prensa al ala norte del servicio. Allí hay tres incubadoras y en una de ellas está una pequeña que tiene una semana hospitalizada en el área neonatal. Nació de ocho meses y su peso es de un kilogramo con 900 gramos.

“Cuando vimos a la mamá dimos gracias a Dios por el peso de la niña. La señora que dio a luz parecía tener cinco meses de embarazo. La barriga daba ganas de llorar”, comenta la informante.

Estos son apenas dos de los cientos de casos de niños que nacen con problemas de malnutrición en el estado. Según los números que maneja la Asociación de Madres y Padres en Lara (Mapani), el 55 % de los niños nacidos en el sector público presentan problemas con su talla y peso. La mala alimentación de las madres es un factor determinante para explicar este fenómeno.

“Lo que pasa es que la gente no está comiendo como debe ser. Hay mucha dificultad para encontrar alimentos que son básicos y eso pasa factura a los niños que, sin conocer el mundo, experimentan la sensación de hambre”, cuenta Grethna El Alabi, presidenta de Mapani.

La especialista refiere que al menos 10 casos de malnutrición infantil son tratados de forma semanal en su consultorio. “Cada vez llegan más padres en busca de asesoría. La situación alimenticia es delicada y lo peor es que son nuestros hijos los que experimentan esto”, lamenta El Alabi.

Tan dramática es la situación alimenticia de las parturientas en el estado que, según los datos recolectados por La Prensa, en la tres grandes maternidades de la entidad (Hospital Central, La Carucieña y Pastor Oropeza) se registran, cada siete días, unos 25 partos con algún nivel de riesgo.

César Ribas, coordinador del grupo médico Lara Entera por la Salud (OLES), explica que los niños en el estado nacen con un peso promedio de 2 kilogramos, 500 gramos menos de lo que exige la Organización Mundial para la Salud (OMS) para considerar al neonato sano.

“Si hacen un estudio en las maternidades del estado saldríamos raspados. La malnutrición en las madres es cada vez más evidente y eso se debe corregir de manera inmediata”, soltó Ribas.

Lo que más preocupa al especialista es la repercusión que la precaria alimentación de las madres tiene en los indicativos de mortalidad que se manejan ahora mismo en el estado y es que las estadísticas que maneja el Colegio de Médicos en la región, indican que el deceso neonatal aumentó durante el primer trimestre de este año en un 30 %, en comparación con el 2017.

“Las cifras extraoficiales indican que son 106 muertes neonatales en apenas tres meses. Debemos estar atentos porque estos números muestran que cada vez es más riesgoso traer un niño al mundo”, comentó Ribas.

Daniel Carmona, residente del servicio ginecobstetra en el Hospital Central, asegura que los partos de alto riesgo se han convertido en algo habitual para ellos. Según cuenta el médico en formación, cada intervención realizada en los pabellones es monitoreada, pues el peso de las parturientas es cada vez más bajo.

“El año pasado uno veía que de cada diez mujeres embarazadas tres tenían problemas de malnutrición, pero ahora de diez siete u ocho presentan esta condición. Estamos preocupados porque hemos observado una involución en los patrones de la sociedad y eso es algo grave”, concluye Carmona.

Control inexistente

Tan grande es el desespero por encontrar comida que las madres dejan a un lado sus chequeos de embarazo. Médicos consultados por el diario La Prensa aseguraron que hoy en día las mujeres llegan a las salas de parto sin llevar un eco o un examen de sangre.

“Hemos recibido a personas que no saben ni siquiera el tiempo de embarazo que llevan. No se hacen ecos, nunca van a un ginecólogo, pero cuando sienten los dolores llegan al Hospital Central”, cometa el doctor Alberto Suárez, residente del servicio ginecobstetra en el Antonio María Pineda.

El doctor explica que cuando se le hace el estudio social a la parturienta ellos descubren que el dinero y el tiempo de la madre eran invertidos en conseguir comida. “Hay mujeres que con siete meses madrugan y se van a una feria a buscar un número para comprar comida.

Obviamente, esto es un parto mal cuidado y es considerado como riesgoso porque no se sabe en qué condiciones viene el bebé”, explica Suárez.

Además de la falta de control prenatal, los especialistas indican que el 70 % de las parturientas (siete de cada diez mujeres) llegan a la sala de partos sin haber cumplido con el tratamiento obligatorio.

“Hay madres que toman calcio, ácido fólico o vitaminas durante dos meses nada más”, concluye el doctor.

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