Osman Rojas | LA PRENSA.- Una almohada debajo de su pierna le ayuda a descansar. Lleva puesto un short verde que fue cortado para evitar que la tela le llegue a la rodilla. En su pie izquierdo tiene puesta una media blanca mientras el derecho está descubierto mostrando una herida que genera grima.
“Metí el pie en el caucho de una moto y se desfiguró”, explica Alejandro Díaz cuando nota que las personas que transitan por el servicio de traumatología en el Hospital Central se quedan mirando la abertura de sus heridas. “Me caí y tengo fracturada la tibia. Necesito operarme pero no tengo los 400 dólares que me exigen en las clínicas para entrar a pabellón”, confiesa.
Cuatro camas a la derecha un joven de 17 años escucha con atención. Su historia es bastante parecida y es que, según relata, hace poco más de dos meses él subió a una moto, en compañía de un amigo, para ir a una fiesta en San Jacinto. Cuando iban en camino un camión salió de la nada y los chamos impactaron con a parte trasera del vehículo.
“Yo me quedé con la peor parte”, dice el muchacho mientras se toca la pierna derecha. “Me pusieron un yeso pero necesito una prótesis para la cadera. Aquí me anotaron en una lista pero tengo a 300 personas por delante. Mi mamá preguntó en la clínica cuánto me
cuesta la operación y le dijeron que 600 dólares”, suelta.
La historia de estas dos personas desnuda el drama al que están sometidos los pacientes que necesitan una intervención traumatológica en el estado y es que, desde que arrancó el año, las operaciones de este tipo se han cotizado en dólares debido a la galopante infla
ción que hay en Venezuela.
Andrés Salazar, cirujano traumatológico, explica que dolarizar las operaciones obedece a una estrategia acogida por los laboratorios de osteosíntesis (elaboración de prótesis) para evitar el cierre.
Según cuenta el especialistas el precio de las prótesis en el mercado es de 150 dólares en adelante y eso es lo que, al final, termina encareciendo el costo de las intervenciones.
“Aquí todo se paga en dólares y más si los laboratorios tienen que buscar la materia prima en el extranjero”, cuenta Salazar. El doctor explica que los honorarios médicos también han sido dolarizados pues es la única manera de frenar la diáspora de cirujanos en el país.
“La gente puede decir que es mucha plata pero lo que cobra un médico especialista en Venezuela por operar sigue siendo una ganga. En países sudamericanos como Chile o Argentina un cirujano se lleva en honorarios 500 o 600 dólares por cada operación. Aquí se cobran 100 cuando mucho”, relata.
La postura tomada por las clínicas ha cerrado las puertas a los pacientes pertenecientes a la clase media baja en la entidad. Wiliam Duarte, cirujano en la clínica San Francisco, asegura que en los últimos tres meses las operaciones han disminuido en un 70% en compara
ción con el año pasado.
A juicio del experto el alza del dólar paralelo va a terminar cerrando los pabellones en los centros privados.“El médico que diga
que sigue operando en medio de esta crisis miente. El año pasado, para el mes de abril yo programé 10 operaciones y este año, en el mis
mo mes de abril, sólo trabajé en tres oportunidades”, dice con desespero.
La disminución de intervenciones quirúrgicas en el sector privado ha tenido su repercusión en el sector público. Marcial Daza, jefe de cirugía en el Antonio María Pineda, comenta que la solicitudes de operaciones para este año se han duplicado en comparación con
años anteriores.“Si recibíamos diez ahora canalizamos veinte solicitudes diarias”, dice el doctor.
Pese al aumento de las solicitudes el Hospital Central opera menos que el año pasado pues sólo hay dos pabellones operativos para tratar las cirugías electivas. “Los médicos meten a pacientes en las guardias para bajar el número de enfermos en lista de espera pero eso no basta”,dice Daza.
René Rivas, presidente del Colegio de Médicos en el estado Lara, habló sobre la dramática situación que atraviesan los enfermos y catalogó como “inhumano”, paralizar las intervenciones electivas en el Antonio María Pineda.
“Me parece una falta de respeto lo que están haciendo con los pacientes de traumatología. En la gestión anterior, hace siete meses, el Hospital Central tenía 17 pabellones activos pero hoy sólo cuenta con dos. La revolución vino pero no mejoraron en nada el sistema de salud en el estado”, dijo Rivas.
El doctor pidió a las autoridades regionales crear un plan de intervenciones que permitan a las personas ser atendidascon prontitud. “Nosotros no podemos esperar que un plan quirúrgico resuelva la vida de los enfermos. El sistema colapsó y hacer jornadas con 25 o 30 operaciones cada seis meses no basta”, puntualiza.
Lo que más preocupa al doctor es la calidad de vida que se les está brindando a las personas que hoy en día necesitan una intervención quirúrgica y que son condenados a una cama o una silla de ruedas.
“Da tristeza ver a personas jóvenes que pueden ser productivas condenadas a una silla de ruedas o postrado en una cama porque no hay plata para operarse”, concluye el representante gremial.