José D. Sequera | La Prensa.- En lo que va de año, la ausencia de insumos en los laboratorios de las universidades de Barquisimeto ha hecho que los estudiantes de carreras como Medicina, Bioanálisis, Veterinaria e Ingeniería inviertan sus horas de prácticas en demostraciones o en aprenderse la teoría.
Desde que se retomó el semestre en enero, los estudiantes de Ingeniería Agroindustrial de la UCLA no han podido ver una sola clase de laboratorio “como Dios manda” porque faltan reactivos o tienen que utilizarlos “un poquitín”.
“Todas las materias tienen laboratorio, pero estas son demostrativas. Cuando hay reactivos los profesores nos dicen que sólo se pueden utilizar unas cuantas gotas”, explica José Colmenares, estudiante del segundo semestre de esta carrera.
Autoridades universitarias han recalcado que la falta de reactivos se debe al presupuesto que el Ministerio de Educación Superior les asigna, pues los recursos “chucutos” que les dan sólo pueden ser utilizados para gastos de personal y providencias estudiantiles, mas no para gastos de mantenimiento.
José Francisco Guirneldes, decano de la facultad de Ciencias de la Salud de la UCLA, asevera que desde hace aproximadamente 5 años no se ha podido restituir el inventario de reactivos y que sólo queda una pipa de formol que “administrándose” podría durar hasta seis meses.
“Se utiliza lo que queda de ese inventario y muchos de esos reactivos están vencidos”, puntualiza el doctor, añadiendo a su vez que los kits de laboratorio como microscopios y lupas no se hacen desde hace al menos 13 años, cuando él era director de esa facultad.
Esta falta de insumos y equipos obliga a los docentes universitarios a cambiar sus planes de evaluación; es decir, dejar los pocos químicos que las universidades pueden conseguir para los “parciales”, porque si los utilizan con regularidad en clases no les dura ni un mes.
Los propios profesores, incluso trataron de paliar la situación al comprar por su cuenta los químicos, pero los altos costos y lo engorroso de adquirirlo no permitieron que esta práctica siguiera.
“Era un rollo comprar el galón de formol porque nos pedían un montón de papeles. El profesor se cansó y desde ahí todas las prácticas fueron sólo ver imágenes en láminas”, alega la estudiante de Veterinaria, María Acosta.
Acosta dice que hace cuatro años se dañaron las cavas en las que mantenían “piezas” —restos de animales utilizados para estudiarlos—, y ahora tienen que mantener las pocas que quedan en cavas con un poco de formol.
“Gastamos sólo 10 centímetros cúbicos de formol por cada 10 litros de agua. Así las piezas no se dañan, pero no es suficiente”, admite.
La mayor preocupación de los jóvenes es que cuando “salgan al ruedo” después de graduarse no estén debidamente preparados. “Me preocupa que cuando me gradúe no tenga los conocimientos necesarios”, dice Joanni Pérez, estudiante de Medicina.