Jennifer Orozco | La Prensa.- Salió de la cana y se quería portar bien. Consiguió trabajo en el Mercado Mayorista, pero en el segundo día de su tercera semana de trabajo su enemigo lo pilló y se cobró la culebra propinándole una descarga delante de unas 100 personas, en la playa de Mercabar.
Eran las 6:30 de la mañana, cuando Willy José Burgos Becerra (24) llegó al mercado mayorista de Barquisimeto para trabajar como caletero en el área de los plátanos.
El chamo andaba con su hijo mayor de 7 años. Se detuvo un momento en el puesto donde trabajaba, pero vio a un hombre conocido que lo estaba siguiendo. Cuando pilló que era su “culebra”, salió pirado. Corrió unas dos cuadras cuando fue alcanzado por su enemigo.
El asesino cargaba una bácula, que es un arma de fabricación casera de calibre 12 como una escopeta. Willy al ver el arma, se tiró debajo de un puesto de zanahorias y papas que estaba en el pasillo de salida de La Playa, pero su agresor logró descargarle la munición entre la espalda y la cabeza.
El homicida salió corriendo, pero le dio chance de tirar un bolso beige con marrón, el arma de fabricación casera que se dividió en dos tubos y supuestamente la camisa, huyendo por un monte que está detrás de La Playa.
En un abrir y cerrar de ojos el dueño del puesto de papas y zanahorias desmanteló el kiosco y se fue corriendo, dejando el cuerpo de Willy desangrándose en el pavimento. Vestía un jean negro, suéter negro con blanco, zapatos deportivos negros, azules y verdes y una gorra estampada marrón del equipo de baloncesto estadounidense Chicago Bulls.
“Catire, te dije que nos fuéramos”, le repetía su hijo mientras le acariciaba la cara. El niño de 7 años salió corriendo diciendo que debía avisarle a su mamá.
De una vez se le tiraron al cuerpo unas 20 personas y le hurtaron las pertenencias que pudieron sacarle de los bolsillos y un bolso que cargaba Willy.
Luego unas 50 personas más le hicieron un círculo, “velando” al cuerpo en plena playa, en el sector del pimentón. Nadie quería decir nada, ni quién lo conocía, ni qué estaba haciendo. Sólo una pequeña niña se atrevió a decir “del otro lado de la cerca (de alfajol) estaba otro tipo diciendo “mátalo, mátalo” y el bicho le disparó”, contaba riéndose.
En medio del dolor llegó la comisión del Cicpc para levantar el cuerpo y a los dos minutos también se acercó el padre de Willy.
William Burgos llegó sereno y contando todo lo que podía decir de su hijo. El señor contó que Willy tenía tres semanas trabajando en Mercabar y que hasta antes del 24 de diciembre estuvo detenido en el Eje de Homicidios del Cicpc, pero al salir él quiso portarse bien.
“A él lo implicaron en un homicidio, donde ayudó a su amigo herido de bala. Como lo vieron tocándolo lo detuvieron, pero él no lo mató”, relató el señor que el crimen del “amigo” de Willy fue el 2 de noviembre del año pasado y desde ese día estaba detenido hasta el 20 o 21 de diciembre. “No se le demostró nada”, dijo el padre y aclaró que estaba bajo régimen de presentación cada ocho días.
William además contó que su hijo era “tremendo” cuando adolescente, que no quiso estudiar y que “se portó mal como todos los muchachos”, pero que no era mala persona.
Willy antes de estar detenido vendía panes con su papá en el mercado Las Pulgas, al oeste de Barquisimeto. Pero luego de salir de la cárcel le dijo al señor que él prefería trabajar en Mercabar. “Se lo dije muchas veces, lo aconsejé, le dije que aquí (Mercabar) trabajaba mucho malvividor, pero no me escuchó, era porfiado y terco”, reveló.
La última vez que William vio a su hijo con vida fue el 14 de enero, cuando el chamo le llevó a sus cuatro nietos hasta su casa en La Paz, comieron y compartieron. “Ese día le di una platica para ayudarlo porque aún no había cobrado mucho y estando detenido se gastó el dinero que tenía. Yo quería ayudarlo”, repetía el padre.
La madre de Willy había muerto 20 años atrás, por causas naturales.