Osman Rojas | LA PRENSA.- “Operarse del corazón es un lujo”, con esas palabras el cardiólogo Miguel Nuñez empieza a explicar la dificultad para que una persona que sufra del corazón pueda operarse y es que, ahora mismo, una intervención cardiovascular puede costar hasta 75 millones de bolívares.
“Es prácticamente imposible que una persona que amerite una intervención de urgencia se la haga. Ahora mismo un marcapasos cuesta 50 millones y la gente lo tiene que comprar porque a los centros públicos no llegan”, dijo Nuñez.
Lo que más preocupa al especialista es la paralización total de intervenciones de este tipo en centros como el Antonio María Pineda de Barquisimeto.
“Hace casi un año que el Ministerio de Salud no lleva marcapasos al Hospital Central, es injusto lo que pasa con los enfermos cardiacos en estos momentos”, continuó el médico.
José Luzardo, exjefe de cardiología en el Hospital Central, confirmó esta realidad a La Prensa y explicó que hay una lista de espera de unos 200 pacientes que necesitan un marcapasos.
“No nos han llegado y aquí no estamos operando por eso. Lo que más nos preocupa es que somos una institución que recibe pacientes de todas partes y no nos estamos dando abasto para responder a todos”, dijo en su momento el doctor.
Otras instituciones que en teoría deberían prestar este servicio a enfermos cardiacos también se han paralizado. Los días en los que Ascardio lucía abarrotado de pacientes que buscaban una intervención han quedado en el olvido, al punto tal de que, ahora mismo, si una persona quiere operarse de un día para otro sólo debe ir a la institución y pagar.
“Las listas en Ascardio han desaparecido. Aunque la institución sigue siendo más económica, en comparación con otros hospitales, Ascardio pone como condición llevar el marcapasos y no todo el mundo tiene 50 millones para gastar de la noche a la mañana”, comenta Jaime Tores, médico cirujano.
El especialista asegura que las pocas implantes de marcapasos que se están realizando se hacen en el Seguro Pastor Oropeza; sin embargo, el doctor confiesa que en lo que va de año la institución no ha colocado más de 10 aparatos. “Están quebrados también”, señala.