Osman Rojas| LA PRENSA.- Las moscas vuelan de un lado a otro mientras se deleitan con la basura. No hay una esquina que no tenga una caja con desechos y los cuartos destinados para los desperdicios emanan un hedor que enferma mucho más al paciente.
Un triste panorama es lo que se ve cada día en el Hospital Central Antonio María Pineda, cuyas condiciones higiénicas son un dolor de cabeza tanto para el personal como para el paciente.
“Aquí huele a excremento”. “Trabajar así es una tortura y un dolor de cabeza, la gente se contamina con tanta suciedad”, exclama una enfermera mientras se dirige a la Unidad de Agudos.
La informante señala a distintos puntos del hospital, dejando claro una sola cosa: en cada rincón hay basura regada.
Los problemas sanitarios en el centro de salud no son nuevos. Desde que arrancó el año el personal de mantenimiento ha denunciado la falta de cloro, detergente, jabón y cepillos para lavar la institución; sin embargo, a partir del 30 de junio (fecha en la que se terminó el presupuesto), los problemas se fueron acrecentando.
Aquí no hay nada para limpiar. El hospital da vergüenza, ni los médicos quieren caminar por los pasillos porque en los cuartos de basura parece que se murió alguien”, dice indignada una trabajadora.
La Unidad de Agudos, el Área de Neonatología, Medicina de Hombres, pabellones y maternidad son las zonas más afectadas. En cada uno de estos servicios los desechos se desbordan y los contenedores lucen repletos a cualquier hora del día.
En el estacionamiento que da a la avenida Libertador, también sobresalen los desechos de los contenedores.