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Extrabases de Alfonso Saer 16-08-2023

LA PRENSA DE LARA.- UNA de las manifestaciones populares más grandes que se hayan visto en Nueva York ocurrió el 16 de agosto de 1948, hace hoy 75 añ;os. Decenas de miles de afligidos aficionados despedían a George Herman Ruth, quien falleció víctima de un cáncer de garganta que lo acorraló a los 53 añ;os. Era el agradecimiento de la gente, de una multitud incalculable — más de cien mil personas — para quien hizo del béisbol su fundamento principal, una emocionante carrera. El cuerpo estuvo en las puertas del Yankee Stadium — su casa magistral, la que él «construyó» en 1923 — durante dos días. Los Yankees le habían rendido un sentido homenaje el 13 de junio de ese añ;o en el hogar que para muchos el levantó con su imagen. Pero, más que eso, el Babe, como se le conoció todo el tiempo, revivió el juego, lo salvó en medio de una caída impresionante de popularidad y credibilidad por el escándalo de los Medias Negras en 1919. Ruth vitalizó el jonrón, le dio ánimo al espectáculo y fue un ídolo como jamás se haya conocido otro en este deporte. Tenía carisma, alma de pueblo, preferencia por los niñ;os. Y, por encima de todo, un bate que hizo sonar en todos los parques luego de ser jugador de los jardines y lanzador de fuste… EL Bambino fue un hombre humilde. Nació en un barrio de Baltimore el 6 de febrero de 1985. Sus padres eran de ascendencia alemana y tuvieron ocho hijos, aunque sobrevivieron solamente dos a una infancia difícil. Era un bohemio empedernido, tomaba licor, y gustaba de farras con mujeres lo que acabó con su primer matrimonio muy pronto. Había aprendido a jugar béisbol en un reformatorio adonde fue enviado a los catorce añ;os.

RUTH se estrenó con Boston a los 19 añ;os en roles de pitcher y jugador de los jardines. Tuvo diez turnos al bate en 1914 y conectó dos imparables. Como lanzador 2-1 y 3.91 de efectividad. En el cuadro patirrojo ganaría 89 juegos hasta 1919, sin mostrar toda su verdadera fuerza con el barquillo. Se produjo entonces su cambio histórico al equipo que lo haría famoso y él también levantaría hasta el infinito con su grandeza como pelotero. Fue transferido de Boston a Nueva York el 5 de enero de 1920 por 125 mil dólares en efectivo y otra cantidad por varios conceptos. En diez temporadas con su uniforme a rayas fue líder en jonrones, cuatro veces sobre los 50 bambinazos e imponiendo un récord con 60 en 1927, registro que se mantendría hasta 1961, cuando Roger Maris lo superó en 162 encuentros. Trece veces empujó más de cien anotaciones, con un tope de 168 en 1921. Su average de por vida es un elevado .342. Aparece tercero de todos los tiempos en remolques con 2214, detrás de Hank Aaron y Albert Pujols. Sus 714 vuelacercas son la tercera mayor cantidad de todo el béisbol de MLB, superado por Barry Bonds y Hank Aaron, pero hay que tomar en cuenta que todo lo hizo en muchos menos turnos al bate. En el caso de Aaron, 3.327 chances oficiales menos, y en el de Bonds, 1.979. En Series Mundiales irradió su alta categoría. Con el madero, .326, quince jonrones y 33 empujadas en 10 clásicos de octubre. Desde el montículo tres concurrencias con Boston (3-0, 0.81 en 31 entradas). Solo las jugó en el morrito con los Medias Rojas.

DEL Babe el anecdotario es profuso. Tomaba y fumaba en exceso, de allí su cáncer de garganta. Apostaba y era irresponsable. Quiso ser manager pero no le dieron la oportunidad ni con los Yankees ni con los Bravos de Boston, con quienes jugó un añ;o en 1935. Antes de despedirse el 30 de mayo de ese mismo añ;o, el día 25 tuvo un juego de tres cuadrangulares. Se le llamó Babe porque firmó originalmente con los Orioles y los peloteros mayores lo llamaban bebé en inglés. Era simpático, agradable con los niñ;os y un personaje que incluso varias veces ha sido llevado al cine, mostrándose su pobreza, infancia abandonada, los éxitos como jugador y el final triste de su carrera, aparte de toda su dispendiosa vida fuera de los parques de pelota. Cuando Boston, necesitado de dinero, lo envió a los Yankees en 1920 dicen que los maldijo y que nunca más ganarían una Serie Mundial. Y en verdad pasaron 86 añ;os sin alcanzar el título máximo. Formó una pareja inolvidable en los Yankees de los añ;os veinte y treinta con otro fabuloso jugador, Lou Gehrig. Su figura regordeta, con piernas delgadas y grueso abdomen, con el número tres en el uniforme, está, por supuesto, en Cooperstown desde 1936. A veces decimos «bambinazo» para describir el jonrón. Y es que George Herman Ruth significó mucho para un deporte que le tuvo como salvador en sus peores momentos. Aún con su criticable indisciplina.

alfonsosaer

 

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