Lorena Rojas | LA PRENSA DE LARA.- Rudy Orellana, presidenta de la Cámara de Licoreros del Estado Lara, informó que en comparación con el año anterior, las ventas en el sector bajaron hasta un 50%, en lo que va de año, lo que ha provocado que comerciantes tengan que reducir sus espacios o cerrar sus locales.
«En comparación con el año anterior las ventas han bajado alrededor de un 50%, esto depende del local comercial, porque hay algunos que tienen precios más bajos y venden más, hay licoreros que están vendiendo muy barata la mercancía pero tienen tan bajo nivel de ganancias que no se puedan mantener abiertos», aseguró.
Orellana, precisó que un 30% de las licorerías en la entidad durante el primer semestre cerraron porque al intentar mantener buenos precios para atraer a más clientes, los gastos administrativos los sobrepasan haciendo que terminen cerrando.
«Hay locales que han ido cerrando progresivamente y esto se debe a que la ganancia del licorero no es suficiente para mantener el establecimiento. Al rededor de un 30% ha cerrado, sí han abierto, pero hasta el momento precisamos sólo tres», dijo.
Sanciones
La representante del gremio destacó que otro de los factores que ha hecho que bajen las ventas y cierren locales es el acoso por parte de los organismos de seguridad, pues asegura que hay algunos licoreros que han sido sancionados sin realmente incumplir las normativas.
«Este año han venido con todo, lo que pasa es que ya nosotros, en este momento, ya estamos adecuados, ya sabemos cómo pelear, sabemos cómo defendernos, nosotros como Cámara estamos asesorando a los agremiados para que hagan las denuncias y se usen los recursos de reconsideración para que les eliminen o le levanten las sanciones», expresó.
Indicó que las sanciones son de hasta dos petros por vender en sitios no autorizados o fuera del horario permitido.
En cuanto a la venta de licores que ingresan al país de forma ilegal y que a veces ni siquiera cuentan con el control sanitario, destacó que se está haciendo cada vez más frecuente, sobre todo en restaurantes, donde ofrecen licores a un precio incluso más bajo que las licorerías, aún cobrando el descorche de la botella.