Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- Caminar tranquilo por las principales calles de Barquisimeto es una tarea difícil y en varios tramos es una odisea cuando el transeúnte se enfrenta a la obstrucción del paso por las aceras. Una situación que suele presentarse principalmente por la economía informal, puestos de venta que obligan a caminar por la orilla de la acera y hasta bajarse a la calle, a riesgo de ser arrollado por un vehículo o una moto.
«Yo lo vivo casi a diario porque camino mucho y lo hago con ayuda del bastón«, señala Rosalino Duque, quien va desde la calle 50 hasta el centro de Barquisimeto, pero le toca sortear los toldos de los buhoneros, mercancía atravesada y vendedores sentados en las aceras. También están los tarantines de comida rápida que abarcan una buena parte de la calle y ubican las mesas en plena acera.
El señor Duque se queja porque en varias oportunidades se ha lesionado sus rodillas al caerse por los hundimientos y demás daños en el asfalto. Siente que es una travesía porque debe avanzar más lento para asegurar un poco de estabilidad. A falta de espacio, afinca su bastón para evitar desplomarse por los empujones del resto de peatones.
Pero no sólo se trata de la economía informal con venta de ropa o comida rápida, sino de las caucheras que simplemente arman un toldo y tienen una fila de cuatro motos, las cuales están reparando. También con algunos establecimiento formales que sacan muebles, colchones y aires acondicionados. Todo ubicado en la acera y las personas deben esquivar este tipo de obstáculos.
Otra denuncia es la de algunos vecinos del sector El Japón, quienes han tenido que acordar la convivencia con colectores de chatarra que tienen toda su permisología y se ajustan a horarios que no perturben la tranquilidad de los habitantes. Así evitan el impacto del sonido de sus mandarriazos y demás técnicas de cortes del hierro. Además procuran la salubridad del lugar.