Luis F. Colmenáz | LA PRENSA DE LARA.-& ;& ;Entre pobreza y necesidad es como viven al menos 477 familias del barrio La Batalla, al oeste de Barquisimeto. Por al menos tres décadas, quienes hacen vida en este populoso sector han tenido que batallar para poder sobrevivir en un mar de problemáticas y necesidades que vulneran su calidad de vida.
Comentan que a lo largo de estos años se han mantenido como «congelados» en el tiempo. Son pocas las mejoras que se han logrado, entre ellas destacan el agua por tuberías, cloacas y el sistema eléctrico. No obstante, hay otras que hacen mucha falta, como el alumbrado público y pavimentar las calles porque siguen viviendo entre polvo y barro cuando llueve.
La falta de aceras en algunas calles facilita la aparición de monte que sirve de hábitat para serpientes que amenazan la tranquilidad y el bienestar de cada una de las familias que integran el sector.
Dirigentes vecinales comentan que por más que han introducido solicitudes ante Emica para lograr la consolidación del asfaltado y los tramos de acera que faltan, estas peticiones no han terminado de ver luz.
De igual manera, subrayan que desde hace siete años se encuentran sin servicio de internet, pues los amigos de lo ajeno se aprovecharon de la oscuridad de la noche y se robaron los cables que proveen el servicio.
«Aquí es horrible porque además de no tener internet, la señal móvil es muy deficiente. En este momento, sólo quienes usan Digitel pueden tener algo de conectividad«, comenta Ana Gabriel Colmenárez.
En medio de la problemática, los que más sufren son los niños y jóvenes que se encuentran estudiando, y es que ante la falta de conexión deben ingeniárselas y buscar la manera de poder cumplir con cada una de las asignaciones que les mandan.
«Yo le pido a mi hermana que me haga el favor de investigarme las tareas de los muchachos, después ella me las envía por WhatsApp y apenas logro tener señal, me llegan. Así es como resolvemos«, apunta Ana Olivar.
Entre los problemas, también figura la falta de poda de algunos árboles, ya que las ramas han comenzado a causar estragos. Según comentan los vecinos, cuando llegan las brisas, los árboles se mecen de un lado al otro y chocan con el cableado eléctrico, ocasionando chispazos que ponen a temblar a más de uno.
De igual manera, comentan que el aseo urbano desde hace un tiempo ha dejado de pasar por la comunidad, haciendo que los vecinos tengan que buscar alternativas para poder librarse de sus desechos.
«Aquí la gente lo que hace es crear vertederos improvisados y otros queman la basura, aunque no es tan recomendado porque hay personas de la tercera edad y niños con asma que se ven perjudicados«, añade Adrián González, quien funge como líder en el barrio.
González explica, además que el servicio de agua ha comenzado a llegar con deficiencias hasta los hogares de La Batalla, según tiene entendido esto se debe a una válvula que se dañó hace varias semanas y hasta la fecha no ha sido reparada.
Entre los aspectos positivos, rescatan que el Estado mensualmente cumple con la distribución de las bolsas de comida y bombonas de gas. Sin embargo, dicen que los cilindros últimamente han llegado «fallos» y se les termina a mitad de «camino».
Como plan de contingencia, en el patio de las casas ahora es común ver fogones a leña en los que las familias preparan sus alimentos.
Agricultores
A lo largo de la historia, esta comunidad se ha caracterizado por intentar producir sus propios alimentos. Hoy por hoy es común ver en los patios de las casas diferentes cultivos que a la larga terminan siendo del consumo de la misma comunidad.
«A esta gente le gusta sembrar, siempre ha sido así y afortunadamente se ha mantenido con el paso de los años«, refiere el señor Adrián, quien destaca que el Estado les ha garantizado semillas de berenjena, guisantes, cebolla, cilantro y cebollín que cosechan en el terreno donde se ubica el ambulatorio de la comunidad, para posteriormente colocarlos a distribución de todos los vecinos.
De igual manera, es habitual ver chivos paseándose por las calles mientras son arreados por adultos o niños.
Por su parte, Elio Mendoza pide al gobernador, Adolfo Pereira y al alcalde, Luis Jonás Reyes, picos y palas para que las familias puedan continuar produciendo sus propios alimentos, pues tienen la voluntad de seguir haciéndolo.
Ambulatorio trabaja con las uñas por falta de equipos
La comunidad cuenta con un ambulatorio tipo I en el que se atienden entre 15 y 20 personas por día. Sin embargo, en dicho centro de salud actualmente se encuentran trabajando con las uñas para poder asistir cada uno de los padecimientos de los pacientes.
Gabriela Rivero es la doctora encargada del ambulatorio Dr. José Gregorio Hernández. En una mesa plástica que sirve como escritorio da las indicaciones a los pacientes que se acercan a ella para ser atendidos. Comenta que intenta hacer maravillas con los pocos recursos que tiene, pero su compromiso con la salud es tan grande que se las ingenia para sanarlos.
El ambulatorio ni siquiera tiene una camilla para atender a los enfermos, tienen una de hospitalización, pero no es la adecuada. De igual manera, claman por una ginecológica y un estetoscopio de Pinard para atender a las embarazadas que llevan su control prenatal allí.
Asimismo, comenta que le hace falta un glucómetro, peso, peso infantil y tallímetro para las consultas de niño sano. Y es que por el momento sólo pueden atender a personas que necesitan suturas, ser nebulizadas o con problemas de tensión.
La doctora se muestra sumamente preocupada por las condiciones en que viven las personas que hacen vida en este sector, ya que alega que la mayoría no se encuentra bien alimentada por la falta de recursos económicos.
Destaca que niños, al igual que algunas embarazadas, presentan déficit de peso y talla. Por tal motivo, la profesional de la salud pide a las autoridades regionales invertir recursos en barras nutritivas y desparasitantes que puedan ser distribuidos entre los más vulnerables.
«Acá hay embarazadas que ni siquiera se han hecho el primer eco, esto es preocupante«, comenta.