Daimar Díaz | LA PRENSA DE LARA.- Pasando hambre y sin cumplir tratamientos médicos para enfermedades crónicas están las personas de la tercera edad, quienes se enfrentan a la muerte y cuadros de desnutrición, pues la pensión que cobran mensual no alcanza para cubrir una alimentación balanceada ni mucho menos un tratamiento médico. Édgar Silva, coordinador de la Asociación de Jubilados y Pensionados, tildó esta situación como un plan de exterminio de los viejitos por parte del gobierno nacional.
Abuelos que dependen del pago de la pensión por vejez o jubilación, cuyo monto es de apenas 400 mil bolívares mensual, cuentan que sólo comen carbohidratos y en ocasiones granos. Carnes, lácteos, huevos y embutidos son productos que no consumen desde hace mucho tiempo.
«Con mi pensión compro una harina y hago varias arepas pequeñas y delgaditas para poder comer, si alguien me colabora con el relleno me la como acompañada; si no pura, y cuando se me están acabando, como una vez al día para que me rindan», relató Jacobo Castillo un abuelo quien cuenta que se limita a comprar la harina artesanal por ser la más económica.
Silva rechazó que los jubilados y pensionados que trabajaron duro para gozar de una pensión, reciban un pago mensual tan miserable que no les alcance ni siquiera para comprar sus medicamentos o un mercado decente que incluya proteínas, carbohidratos, frutas, verduras, lácteos y huevos.
«400 mil bolívares es una pensión de hambre, de miseria que lo que está es exterminando a los adultos mayores que cada vez están más desprotegidos ante la crisis económica que atraviesa el país», aseveró Silva
Por su parte el sociólogo Nelson Fréitez destacó que muchos de estos abuelos no cuentan con compañía en sus hogares, haciendo referencia al reporte de la asociación civil Convitte de que al menos el 25% de los pensionados viven solos debido a los movimientos migratorios y pocos cuentan con apoyo económico.
«Los adultos mayores viven en un nivel de vulnerabilidad alimenticia que ha ido afectando su estado de salud, los pocos recursos que reciben no les permiten ni siquiera comer bien un día, lo que ha ocasionado el incremento de la mortalidad porque aunque todos vamos a morir, a los abuelos se les ha adelantado la muerte a causa de la desnutrición», aseveró Fréitez.
Interrumpir sus tratamientos médicos es otra de las duras opciones a la que han tenido que recurrir los pensionados, pues una caja de pastillas para la tensión ronda los casi 2 millones de bolívares.
«Desde hace un año no sé lo que es ir al médico o tomarme mis pastillas para la tensión o corazón porque los precios se dispararon y si la plata no me alcanza para comer, menos para comprar las medicinas», dijo Justina López, quien afirmó que logra comer gracias a la ayuda de sus familiares o vecinos.
Hecho lamentable
La tragedia que viven los abuelos ha desencadenado en muerte. El 29 de octubre un terrible hecho conmocionó a todo el país, Los hermanos Silvia Sandoval y Rafael Sandoval que compartían la misma vivienda en Caracas, fueron hallados sin vida a causa de una desnutrición severa.
Rafael, de 72 años, fue encontrado en su habitación, mientras que Silvia, de 73 años, perdió la vida en el área de la cocina. Vecinos se percataron que los abuelos no respondían a los llamados y al pasar los días comenzaron a sentir un fuerte olor que salía del inmueble, por lo que avisaron a la policía. Ambos dependían de la pensión de Silvia.
Fundaciones brindan apoyo
En Barquisimeto son muchas las fundaciones que aportan su granito de arena ofreciendo alimentos a los más necesitados, una de ellos que es el más popular en la entidad es la Ciudad de los Muchachos, donde a diario se aprecian largas colas de abuelos a la espera de un plato de comida.
Y aunque para muchos adultos mayores la opción de los comedores populares tanto en fundaciones como en iglesias ha sido su alternativa para resolver sus comidas diarias, estos recintos no están en su plena capacidad para atender y brindar el apoyo a todos los abuelos que actualmente están sin recursos para sus alimentos.
Muchos abuelitos con ansias de poder llevarse algo en el estómago se van desde muy temprano a las sedes de las fundaciones con el anhelo de recibir el almuerzo mientras que la cena la dejan a la buena de Dios, pues al consultar con estas personas la mayoría comentó que se acuestan con el estómago vacío.