José Daniel Sequera | LA PRENSA de Lara.- La tranquilidad en la que se supone que tienen que estar las personas de la tercera edad se pierde si tienen que salir de sus casas durante la cuarentena para lograr surtir sus vehículos con gasolina, una acción que los hace pasar más roncha que nunca.
«Llevo más de 13 horas en esta cola de gasolina y no tengo esperanza de poder echar porque queda muy poca», comentó el señor Pablo Gamboa apoyado en la puerta de su antiguo carro, mientras hacía la cola en la gasolinera que está en El Pescaíto, en la vía Quíbor.
Así como Gamboa, a otros ancianos les tocan ir a las interminables colas por su cuenta, pues sus hijos están trabajando o viven solos y no tienen quién los acompañen, por lo que les toca, incluso, tener que empujar el carro por su propia cuenta en caso de accidentarse en la cola.
Como prevención, algunos abuelos se llevan una arepa y un envase con agua para saciar el hambre y la sed, pero si la espera se hace larga, les toca aguantar hasta que lleguen a su casa, pues no tienen recursos económicos.
«Estar en estas colas es un martirio», dijo el anciano Marcos Sánchez.
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