Daimar Díaz | LA PRENSA de Lara.-& ;Caminando, en moto e incluso evaluando la posibilidad de irse en bicicletas, los voluntarios de fundaciones que hacen vida en la ciudad, siguen emprendiendo su labor social, aunque en los últimos dos meses se han visto limitados por la escasez de combustible, dejando en reposo las grandes jornadas comunitarias.
El reinventarse ha sido una de las opciones para estas fundaciones que se niegan a dejar de ayudar al prójimo, por eso la entrega de donativos ha migrado en casi su totalidad a dinero electrónico, con el que uno o dos miembros de la fundación se encarga de realizar las compras.
En el caso de la Fundación Lucianita Valeska hicieron un stop a la entrega de alimentos a los alrededores del Hospital Central Antonio María Pineda, pero ahora se encargan de preparar bolsas con productos alimenticios que entregan en zonas vulnerables cercanas a las viviendas de sus colaboradores.
«Armamos las bolsitas con harina, pasta, arroz o cualquier rubro que se pueda comprar porque la idea es aportar un granito de arena aunque no sea de la manera que estábamos acostumbrados», manifestó Elianny Lucena directora de la fundación antes mencionada.
Mientras que la labor de la Fundación Movida Positiva se mantiene activa gracias a las donaciones recibidas que van desde dinero, envases y hasta gasolina lo que ha permitido que su directora se pueda desplazar por la ciudad y repartir los alimentos y productos de primera necesidad, pero las donaciones de combustible no son constantes por lo que la preocupación se ha comenzado a sentir.
«No quiero tirar la toalla. Las donaciones de dinero y alimentos se han mantenido, pero la dificultad es para trasladarse, me tocó hacer una campaña por las redes sociales para que alguien me preste una bicicleta mientras aparece un nuevo donante de combustible», manifestó Yénifer Peña, directora de Movida Positiva.
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