Osman Rojas D. | LA PRENSA de Lara.-& ;Los pacientes trasplantados viven un calvario. La falta de inmunosupresores (fármaco utilizado para que las personas no rechacen el riñón) y el alto costo que tienen estos medicamentos en el mercado negro pone a luchar contra la muerte a las personas operadas quienes empiezan a ver como su calidad de vida disminuye.
Héctor Azuaje, activista por los derechos humanos de los pacientes crónicos en Lara, denuncia que en la región hay más de cien personas trasplantadas de las cuales al menos 28 están en riesgo de perder su riñón.
«Estamos viendo la necesidad de los pacientes oncológicos y renales, pero a los trasplantados también hay que atenderlos. Es delicada la situación que atraviesan los enfermos porque desde hace unos diez meses las farmacias del Seguro Social no distribuyen tratamiento para ellos», dice.
El señor asegura que las autoridades gubernamentales se hacen de la vista gorda ante la solicitud de estos enfermos, pues durante el 2019 y lo que va del 2020 estos pacientes se han reunido con la Secretaría de Salud, pero el resultado es nulo. «En los últimos 24 meses al menos cuatro personas han perdido su trasplante y 28 están en riesgo».
Carlos Santana, internista, explica que cuando una persona deja de tomar sus inmunosupresores el riñón deja de trabajar de forma correcta. El resultado final es un rechazo del órgano. «Estas personas pueden volver a diálisis si no cumplen sus tratamientos. Su calidad de vida desmejora porque su sistema inmunológico no responde de forma correcta. Empiezan a aparecer las fiebres, las infecciones y eso es peligroso«, dice.
Lo que más preocupa a médicos y pacientes es la postura silente que han mostrado las autoridades regionales, pues más allá de una que otra reunión con estos enfermos, todavía no hay una propuesta clara que les solvente su problema.
«La última vez que los pacientes fueron hasta la Secretaria de Salud un grupo de colectivos les quitó las pancartas y los amenazó. Si quien debe proteger nos agrede entonces ¿en manos de quién estamos?», concluye Azuaje.
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