viernes, 22 noviembre 2024
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En una década, masacres han teñido de sangre cárceles del país

Euseglimar González | LA PRENSA DE LARA.- Las cárceles venezolanas se han convertido en un infierno. Los reclusos de Fénix aún recuerdan la masacre de 2018, una semana después caminaban por los pasillos y sentían un mal olor, era a sangre, ese día vivieron momentos de angustias y los familiares detrás del portón se llenaban de dolor, pues no tenían información de qué era lo que pasaba.

El 17 de mayo de 2018 se «prendió» Fénix, cárcel ubicada en el norte de Barquisimeto, con una reyerta que acabó con saldos fatales e historias realmente dramáticas, nueve privados de libertad murieron tras un motín que inició por los maltratos que recibían por parte de los custodios. Amotinados «abrieron las puertas del infierno», enfrentándose a los custodios, quienes trataban de parar el conflicto.

La furia comenzó cuando dos custodios murieron en medio de aquel enfrentamiento, en la que se jugaban la vida ambos bandos. «Fue una masacre», es lo que repiten los detenidos y familiares en la actualidad.

La masacre de Fénix es uno de los 21 motines que han ocurrido en Venezuela en los últimos 10 años, en la que han muerto alrededor de 416 personas dentro de los penales, de ese grupo la mayoría de las víctimas fueron reclusos, además de funcionarios, custodios y visitantes.

Más sangrienta

La masacre de la cárcel de Uribana es considerada una de las más sangrientas y grandes de la historia de Venezuela. El 25 de enero de 2013, lo que sería la revisión, conteo y requisa desencadenó una matazón que terminó con 63 personas muertas, entre ellos dos pastores evangélicos y un GNB, además de más de 100 heridos.

La requisa estaba anunciada por el mismo director del penal e incluso negociada con «los pranes». Los funcionarios pretendían buscar hasta «debajo de las piedras» todo lo que generara violencia dentro de Uribana.

Al parecer, un grupo de reclusos se negaron al ingreso de los funcionarios porque estaban armados. Ese habría sido el detonante entre presos y militares. Aunque otra de las versiones indica que el maltrato del director de Uribana hacia un privado de libertad, hizo que los reos se amotinaran.

Pero esa no es la única masacre que se recuerda en los últimos diez años, pues aún se mantiene viva la desesperación y dolor que sufrieron los familiares de los 69 presos que murieron tras un incendio.

La tragedia ocurrió la mañana del 28 de marzo de 2018, en la Comandancia General de la Policía de Carabobo, en Valencia. Lo que se pudo conocer, que ese día los detenidos se amotinaron por una requisa que fue organizada por los policías, poco tiempo después hubo un incendio, donde murieron los 69 presos.

En los últimos años, las masacres dentro de cárceles han desnudado la realidad que se vive en los penales y esto lo confirman las ONG en defensa de los derechos de los privados de libertad.

Una de las evidencias de la anarquía y el hambre que existe en los penales del país, fue la masacre del Centro Penitenciario Los Llanos (Cepella), ubicada en Guanare, estado Portuguesa, donde murieron 47 reclusos y hubo más de 50 heridos. El sangriento hecho ocurrió el 1 de mayo de 2020, en plena pandemia por el covid-19.

El conflicto habría comenzado porque los guardias, presuntamente, se quedaban con los alimentos que los presos recibían de sus familiares, su única fuente de sustento y en medio de reclamos se formó un enfrentamiento a tiros entre pranes, reclusos y guardias, que terminó en masacre.

Banda asesinada

En mayo de 2011, ocho integrantes de la banda «Los Toyoteros«, un grupo hamponil dedicado al robo de vehículos en Táchira y zonas fronterizas con Colombia, fueron asesinados dentro de la cárcel Santa Ana del Táchira.

Los integrantes de la banda querían tomar el poder dentro de la cárcel, pero el pran para ese año no se los permitió y se inició una lucha de «poder». Los ocho miembros de la banda aparecieron muertos en el área administrativa del centro penitenciario.

Las víctimas fueron: Rafael Poveda (34), José García (28), Elías Díaz Vega (28), Paúl Duarte (19), Richard Chávez (27), Cristian Tarazona (35) Jesús Peñaloza (23) y Miguel Soto (34).

Los hombres muertos fueron acusados de robar la camioneta, del para ese entonces gobernador de Táchira, César Pérez Vivas.

La cárcel Santa Ana ha presenciado varias masacres. Tachirenses recuerdan la masacre ocurrida en diciembre de 2007, un conflicto entre paramilitares y guerrilleros terminó en sangre, 18 reclusos murieron, entre ellos el colombiano Jans Alberto Ballesteros Salazar, alias el «Zulia«, quien era líder de una de las bandas que se enfrentaban.

El motín ocurrió pocos minutos antes de acabarse la visita, pues ese día se encontraban más de 100 personas visitando a sus parientes; muchos de ellos ya se estaban despidiendo de sus familiares. Once resultaron heridos.

Cárceles violentas en el país& ;

Desde el año 2011 hasta el año 2020 se han registrado alrededor de 19 motines, tanto en penales como en calabozos policiales, según el Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP).

Entre algunos hechos violentos en las cárceles venezolanas, en 2019 veintinueve reclusos murieron en un motín en calabozos policiales en Acarigua, estado Portuguesa.

En 2017, cuatro cárceles registraron muertes. En marzo de ese año, los restos de 15 personas fueron hallados en una fosa común en la Penitenciaría General, en San Juan de Los Morros, tras ser clausurada. En abril, en la cárcel de Puente Ayala, en Barcelona murieron 12 personas, mientras que en junio 9 muertos dejó un intento de fuga en un calabozo en Cumaná.

En agosto de ese año, una requisa desató un enfrentamiento que dejó al menos 37 presos muertos y 17 funcionarios heridos en el Centro de Detención Judicial de Amazonas.

Reclusos se amotinan en los calabozos por hambre

Privados de libertad se alzan en los penales por falta de alimentos. Una arepa con agua de granos (caraotas o lentejas), es parte de lo que puede ser un almuerzo para los reos, pero ellos no están de acuerdo porque la mala alimentación ha llevado a varios detenidos a la tumba.

Los primeros días de enero, los privados de libertad del Centro de Formación Hombre Nuevo «El Libertador» de Carabobo se amotinaron por la alimentación precaria que recibían por parte de las autoridades de este penal.

Según Una Ventana a la Libertad (UVL), los reclusos no aguantaron más al trato cruel e inhumano a que son sometidos por las autoridades carcelarias y comenzaron a quemar colchones, como medida de protesta.

En noviembre de 2019, reclusos de la cárcel de Santa Ana del Táchira protestaron por hambre.

«Agua de pasta, llamada por los presos aguarote, es lo que están recibiendo como comida. Además, sólo reciben una vez por día alimentos», informó ese año Carolina Girón, directora del OVP, quien reveló que los reclusos hicieron la solicitud de alimentos y fin al retardo procesal.

Para ese entonces, los detenidos tomaron el penal y varios custodios fueron tomados como rehenes dentro de la cárcel.

«La comunidad penal está muriendo de hambre, el motín es por hambre», mencionó Girón.

La comida de los privados de libertad tanto en Táchira como en Lara depende de sus familiares, pues el Estado no garantiza los alimentos para ellos, según han denunciado los reclusos.

Mueren por desnutrición

El Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP), informó que durante el primer semestre de 2021 las enfermedades y el hambre fueron la principal causa de muerte entre los reos del país.

«Durante los seis primeros meses del 2021, fallecieron 93 reos. De los cuales 69 murieron por condición de salud, lo que representa 74% de los decesos. Mientras que 39 resultaron heridos», es parte del balance ofrecido por el OVP.& ;

De esa cifra, 35 reclusos murieron en cárceles y calabozos policiales del estado Lara por diferentes causas y enfermedades en lo que va de año 2021. El 60% falleció por tuberculosis, según cifras que lleva LA PRENSA.

 

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