LA PRENSA DE LARA.- Año Nuevo es el día en el que comienza un nuevo año calendario y el recuento de años del calendario aumenta en uno. Muchas culturas celebran el evento de alguna manera. En el calendario gregoriano, el sistema de calendario más utilizado en la actualidad, el año nuevo ocurre el 1 de enero (día de año nuevo). Este fue también el primer día del año en el calendario juliano original y en el calendario romano (después del 153 a. C.).& ;
Otras culturas observan su día de Año Nuevo tradicional o religioso de acuerdo con sus propias costumbres, típicamente (aunque no invariablemente) porque usan un calendario lunar o un calendario lunisolar. El año nuevo chino, el año nuevo islámico y el año nuevo judío se encuentran entre ejemplos bien conocidos. India, Nepal y otros países también celebran el Año Nuevo en fechas de acuerdo con sus propios calendarios que se pueden mover en el calendario gregoriano.
Festividades cíclicas creadas por la mente humana, que conllevan alegría, reencuentros, fiestas, ingestas de comidas especiales y de bebidas espirituosas, holgorios extremos en unión de familiares, seres queridos y amigos…& ;¡Nostalgia y lágrimas!
Se nos desgarra el alma ante la ausencia de nuestros seres queridos, dolor descrito en su destierro, por Andrés Eloy Blanco… «El Poeta del Pueblo,» de quien tomo las últimas palabras plasmadas en «LAS UVAS DEL TIEMPO…»
…¡Oh mi casa sin cítricos, mi casa donde puede
mi poesía andar como una reina!
¿Qué sabes tú de formas y doctrinas, de metros y de escuela?
Tú eres mi madre, que me dices siempre
que son hermosos todos mis poemas;
para ti, soy grande; cuando dices mis versos,
yo no sé si los dices o los rezas…
¡Y mientras exprimimos en las uvas del Tiempo
toda una vida absurda, la promesa
de vernos otra vez se va alargando,
y el momento de irnos está cerca,
y no pensamos que se pierde todo!
¡Por eso en esta noche, mientras pasa la fiesta
y en la última uva libo la última gota
del año que se aleja,
pienso en que tienes todavía, madre,
retazos de carbón en la cabeza,
y ojos tan bellos que por mí regaron
su clara pleamar en tus ojeras,
y manos pulcras, y esbeltez de talle,
donde hay la gracia de la espiga nueva;
que eres hermosa, madre, todavía,
y yo estoy loco por estar de vuelta,
porque tú eres la Gloria de mis años
y no quiero volver cuando estés vieja!…
Uvas del Tiempo que mi ser escancia
en el recuerdo de la viña seca,
¡cómo me pierdo, madre, en los caminos
hacia la devoción de tu vereda!
Y en esta algarabía de la ciudad borracha,
donde va mi emoción sin compañera,
mientras los hombres comen las uvas de los meses,
yo me acojo al recuerdo como un niño a una puerta.
Mi labio está bebiendo de tu seno,
que es el racimo de la parra buena,
el buen racimo que exprimí en el día
sin hora y sin reloj de mi inconsciencia.
Madre, esta noche se nos muere un año;
todos estos señores tienen su madre cerca,
y al lado mío mi tristeza muda
tiene el dolor de una muchacha muerta…
Y vino toda la acidez del mundo
a destilar sus doce gotas trémulas,
cuando cayeron sobre mi silencio
las doce uvas de la Noche Vieja.
En el imborrable recuerdo de mis padres y demás seres queridos ausentes, evocando las doce campanadas transmitidas por Radio Barquisimeto y la voz conmovedora de Amílcar Segura quien nos aferraba a la radio, año a año, haciendo que las lágrimas rodaran por nuestras mejillas, cuando comenzábamos a oírle decir…
Madre: esta noche se nos muere un año.
En esta ciudad grande, todos están de fiesta;
zambombas, serenatas, gritos, ¡ah, cómo gritan!;
claro, como todos tienen su madre cerca…
¡Yo estoy tan solo, madre,
Desde lo más profundo de mi ser, quiero hacerles llegar a la Junta Directiva, primordialmente a Don Raúl Artigas y a todo el personal de «El Diario La Prensa de Lara,» a todos los venezolanos dignos, especial, muy especialmente, a los mártires libertadores que están exilados, fuera de las fronteras de esta mi única y amada patria «Venezuela«, y a todos los seres humanos de buena voluntad, en oración y en un gran abrazo, muchísimo más grande que la distancia que nos separa y más fuerte, inmensamente más fuerte que el sentimiento que nos une, el inmenso deseo porque tengan un corazón pleno de…
Amor, paz y armonía… ¡Siempre!
Por: Maximiliano Pérez.
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